Últimamente, he oído a varios padres decir que después de las vacaciones ellos sufren más con el ingreso al colegio de sus hijos que retomando sus obligaciones laborales. Al parecer, la lista de tareas que ponen hoy en los colegios es aterradora. Padres e hijos se trasnochan chuleando compromisos infinitos que deben ser entregados a primera hora para evitar el llamado de atención de una profesora.
En mis tiempos las cosas no eran así, había tareas, claro, son necesarias para practicar algo, para buscar ciertas cosas que se complementaban al día siguiente con ejercicios, pero ni mis padres ni yo jamás nos sentimos abrumados. De hecho, no recuerdo que una lista de tareas estropeara un fin de semana. Había tiempo para todo después del colegio, especialmente...