Es característico del Evangelio de Juan que Jesús se revele a través del diálogo, un diálogo que juega con equívocos y malentendidos. El hecho de que Jesús hable con una mujer samaritana es doblemente sorprendente, incluso escandaloso: un rabí, es decir, un maestro, no se rebaja a hablar con mujeres.
Jesús no solo habla con ella, sino que le pide agua, con lo cual se pone en situación de quedar ritualmente impuro, ya que tocaría el cántaro de una persona impura (samaritana). No es de extrañar que la mujer muestre sorpresa y que también se sorprendan los discípulos.
A través del equívoco, el diálogo va pasando de hablar del agua para beber a hablar del agua viva, que da la vida, es decir, del Espíritu. El agua viva es símbolo de todos los valores...