La paz entre el gobierno y las Farc es un punto de partida. Ojalá sea irreversible y fructífera. Lo que falta es un catálogo extensísimo de paces que apenas estamos empezando a identificar: Siguen todas las facciones insurgentes, los grupos delincuenciales anónimos o reconocidos, los bandidos de todos los pelambres. Y en el transfondo, un espíritu vindicativo, pendenciero, revanchista y enemistoso que sigue latiendo en el alma nacional. Todavía, mientras persistan y socaven los viejos odios, no se desvirtúa la sentencia atribuída a Bolivar: “Cada colombiano es un país enemigo”.
Que abunda y puede ser mayoritaria la gente buena, predispuesta a la convivencia y la tolerancia, convencida y practicante de la equidad, respetuosa de los derechos y...