¿Puede haber algo más absurdo que invitar a nuestra propia casa a pandilleros, asesinos, guerrilleros o ladrones, a divertir a nuestros hijos contándoles los más azarosos episodios de sus vidas?
Aunque parezca absurdo, esos son quienes entretienen a los niños en su propio hogar a través de Internet, de la TV y demás aparatos con que se divierten. Tan peligrosa como la violencia y las atrocidades que ven en las películas, las novelas y los noticieros, es la tergiversación de los valores que lentamente hace la cultura mediática al insistir en el culto a la belleza física, lo grandioso de la opulencia, lo entretenido de los vicios, lo fascinante del amor libre, lo llamativo de la vulgaridad, así como lo admirable de la astucia y la deshonestidad......