Colombia está viviendo una transición en varias dimensiones, la más relevante, por el momento, la transición de la guerra a la paz, con la terminación del conflicto armado con las Farc y los buenos vientos que parecen soplar en las conversaciones entre Gobierno y ELN –a pesar de aves de mal agüero, que nunca faltan-, pero también estamos en una transición de una sociedad del miedo y del odio hacia otra, que lentamente se irá configurando, donde primen las relaciones de confianza y de respeto y simultáneamente del cambio de un sistema de partidos políticos fluidos e inestables pero que cumplen el rol de canalizar las representaciones políticas, a uno por ahora imprevisible, donde los liderazgos personalistas parecen primar.
En todas las transiciones,...