En 2015, los hoteleros españoles disponían de 326.101 plazas en las 22 principales ciudades españolas. Las plataformas de internet (con Airbnb a la cabeza), de 193.500. Solo un año después, las web mueven más camas en esas mismas capitales que los hoteles, 362.493 por 330.258.
La presión turística en las grandes capitales europeas y en las ciudades que son en sí mismas destino turístico –caso de Sevilla, Granada, Florencia o Venecia– está espantando a los vecinos a la periferia. En Londres, Barcelona, París o Roma es casi imposible encontrar ciudadanos «locales» viviendo en el centro. En mi querido edificio Hillcrest, en el corazón del londinense Notting Hill, solo mi vecina del tercero, una cotilla de cuidado, es británica.
El desarraigo es...