El año empieza y uno a veces como que no lo asume. Siempre me ha resultado muy abrumadora esa cuenta regresiva del año nuevo que, como si fuera una mecha, empieza su conteo regresivo de inmediato. El primer segundo del año siempre me parece el más ingrato de todos. Apenas ha quedado atrás el cansancio del año pasado y ya el nuevo va corriendo, es un reloj de arena que se esfuma por el estrecho orificio de la incertidumbre.
Empezar un año nuevo siempre es muy extraño. Uno quiere empezar bien, impoluto, una hoja blanca en medio de un montón de años ya vividos, pero casi de inmediato llega una primera rabia, una impaciencia, un compromiso pactado en el papel ya violado, las resoluciones se acomodan, nada parece tan grave, todo se puede resolver...