Ingenuo que el presidente Juan Manuel Santos crea que a punta de anuncios de progreso en el proceso de paz de La Habana, va a apaciguar la profunda indignación que despertó en los colombianos la abusiva venta de Isagén, y que va a lograr distraer nuestra atención de la grave situación económica a la que nos tiene abocados por culpa de su ineptitud y falta de decoro en el manejo de los recursos públicos.
Candidez pensar que después de tantas mentiras y de tantas promesas rotas, creemos en su discurso. Su palabra está más depreciada que nuestra moneda.
El dichoso anuncio no es más que otra cortina, no como las de los 602 millones de pesos que instaló en la Casa de Nariño, sino, de las de humo de pipa de paz habanera, que tantos desafueros han tapado...