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Luis Gonzalo Mejía
Columnista

Luis Gonzalo Mejía

Publicado

Un mundo en creciente desorden

Por

LUIS GONZALO MEJÍA C.

lgm@une.net.co

El físico George Gamow afirmaba que cualquier ama de casa sabía que para mantener la casa en orden, se requería mucho trabajo y que para verla completamente desordenada, solo le bastaba sentarse plácidamente a ver televisión. Esta aseveración que todos conocemos y que forma parte de nuestra cotidianidad, corresponde a lo que en termodinámica se define con el concepto de entropía o grado de desorden y, por ser ese estado desordenado el que desafortunadamente tiene mayor probabilidad de ocurrencia, es necesario estar atentos para evitar que lo que nos rodea, en vez de alcanzar el orden deseado, llegue a un estado desordenado y caótico.

La humanidad, sin embargo, parece hacer caso omiso a esta ley universal y tal vez por vivir cabizbaja, esclavizada a la pantalla del celular, no percibe el entorno cambiante que hay a su alrededor, entorno que presagia el advenimiento de un gran desorden.

Dos hechos podrían ser los detonadores del caos que podría venir: por un lado la soberbia de algunos países, quienes olvidando la fraternidad y la igualdad que exige respeto por las creencias de todos los pueblos del mundo, atiza el odio que de siglos atrás, desde la ferocidad de las cruzadas, ha ido creciendo en el mundo musulmán, permitiendo que crezca la audiencia de los que se radicalizan, al apoyar a quienes, con caricaturas de matoneo, caricaturas de bullyng, buscan burlarse de las creencias de un pueblo que permitió que la humanidad diera un gran salto, no solo por sus conocimientos filosóficos, astronómicos y matemáticos, sino por sus maravillosas obras de ingeniería.

Por otro lado, el asedio sobre Rusia que es extremadamente preocupante y, aunque muchos no aceptan que se pueda hablar de esa nación sin ser marxista, es necesario entender lo que allí ocurre, pues el futuro próximo puede alterarse severamente por ello.

La causa de toda la compleja situación que allí se vive y de la imposición de sanciones a esa nación, no es otra que la anexión, después de un abrumador referendo popular favorable, de Crimea, olvidando las naciones occidentales que esa península fue rusa hasta 1954, cuando el señor Nikita Kruschev, en aquel entonces primer secretario del partido comunista de la URSS y violando la legislación de su país, decidió regalársela a Ucrania.

Para enfrentar las sanciones económicas, Rusia lucha por recomponer y diversificar su economía, y para enfrentar las amenazas militares posiciona sus misiles balísticos intercontinentales, siendo esta última la razón por la cual el 6 de febrero pasado, el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania F. W. Steinmeier, clamó por la búsqueda de una salida diplomática urgente, “antes de que esta situación se salga de control”.

Esta parece ser la posición más sensata, si queremos alcanzar el orden soñado y buscar caminos de progreso y equidad en nuestra tierra, en ese minúsculo punto perdido en la oscuridad del espacio, en ese punto azul pálido como la llamó Carl Sagan.

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