Desde que los narcotraficantes brotaron como maleza en el suelo nacional, los colombianos hemos sido estigmatizados en el mundo entero. Injustamente nos han metido, casi por parejo, en el mismo costal: Nos han negado visas, nos han mirado de reojo en los aeropuertos y nos han esculcado las maletas hasta descoserlas porque han supuesto que todos, por tener el mismo pasaporte, hacemos parte de uno o de otro cartel al servicio de la delincuencia. Pues no, obviamente no.
Y como si no estuviéramos hasta la coronilla de esa etiqueta nociva que nos han impuesto en el extranjero, de un tiempo para acá también tenemos que padecerla los antioqueños en nuestro propio territorio, ¡qué desgracia tan infinita!
No creo en la “raza” paisa. Tampoco que seamos...