POR JIMMY CARTER
Conozco a Bashar Assad, el presidente de Siria, desde que él era un estudiante universitario en Londres, y he pasado muchas horas negociando con él desde que llegó al poder. Esto con frecuencia ha sido por solicitud del gobierno de los Estados Unidos durante las muchas ocasiones en las cuales nuestros embajadores han sido retirados de Damasco por disputas diplomáticas.
Bashar y su padre, Hafez, tenían una política de no hablar con nadie en la embajada americana durante esos periodos de alejamiento, pero hablaban conmigo. Me di cuenta de que Bashar nunca acudió a un subordinado en busca de consejo o información. Su característica más persistente era terquedad; psicológicamente era casi imposible que cambiara de parecer, y mucho...