Querido Gabriel,
Parece que tuviéramos que estar hablando a toda hora para demostrar nuestra existencia. El mundo está lleno de ruido que no deja pensar ni sentir. Tal vez por eso están apareciendo en algunos países establecimientos con salas insonorizadas mediante la tecnología, para que las personas puedan acceder a unos minutos de silencio.
¿Será posible huir del ruido? ¿Será que el silencio debería dejar de ser un privilegio o una habilidad de pocos, para volverse parte de la vida de familias, organizaciones y personas? ¿Qué tal una tertulia sobre este tema? Sería una magnífica paradoja: una tarde, en la que a veces el río de palabras se detuviera, para permitir a cada uno reflexionar sobre lo escuchado y decantar lo dicho.
¿Será este el momento...