Vivimos tiempos de resignación donde nuestro nivel de confort es tal que ya no quedan batallas por ganar. O eso creemos. Sin embargo, aún abundan causas justas que librar y caballeros errantes dispuestos a dejarse la vida en ellas. También heroínas armadas de coraje, más preparadas que nunca para ganarse un hueco en la historia.
Imaginen un mundo libre de corrupción, donde los servidores públicos sean los mejor preparados y pagados. Un lugar donde los maestros sean respetados por sus alumnos y por los padres de estos. Ciudades en las que los fumadores depositen las colillas de sus cigarros en los ceniceros de sus coches o en las papeleras. Barrios donde los graffiteros prefieran plantar árboles o limpiar parques a enguarrarlo todo con sus absurdas...