Obama acaba de dar el giro más importante de la política norteamericana hacia Cuba en las últimas décadas. El pasado 17 anunció un acuerdo con Raúl Castro para la reapertura de relaciones diplomáticas entre los dos países y el canje de un cooperante norteamericano, detenido arbitrariamente en La Habana, por tres espías cubanos condenados en los Estados Unidos. De paso pidió el fin de las restricciones comerciales a Cuba.
El momento explica en buena parte el acuerdo. Por un lado, los Castro son un par de octogenarios que apenas escapan de la tumba, que ven cómo su proyecto colapsó económicamente y que ahora se encontraban definitivamente asfixiados por la caída del precio del petróleo que, no es una ironía, es en buena parte resultado del sustantivo...