La semana pasada recordó el mundo cristiano aquel mandato del líder más influyente que ha puesto los pies sobre la tierra: “solo la verdad os hará libres”. Sentencia que, 2.000 años después, sigue siendo en Colombia un precepto/semilla que no ha podido germinar.
La mentira se está apoderando del país. Absorbe sus instituciones, sus funcionarios, las campañas electorales, a una buena parte de la sociedad civil. A todos, como en el caso de Pinocho, les crecen las narices para romper con sus puntas la verdad.
No se ha podido saber a ciencia cierta cuánto suman los desfalcos al tesoro público. Y menos cuántos casos por corrupción descansan en la prescripción. Tampoco saber de qué sirve, para el caso del proceso de paz, el exigir la verdad como el...