Todos los días acaba algo y empieza un ciclo, en nuestro país los finales se cuentan por miles, cada mañana nos despertamos a seguir luchando, que es una manera de aferrarse a los sueños, por eso cuando algo cercano finaliza, es como si se despidiese a un amigo. Cada ausencia se lamenta y al cerrar un ciclo resulta inevitable evocar, reconstruir con aciertos y errores lo que uno atesora como recuerdos.
Patricia Aguirre, antropóloga alimentaria argentina, decía en una entrevista que “la mesa es un caldero donde se cocinan relaciones de todo tipo, donde se explicitan odios y envidias. También amores, solidaridades, lealtades. La dinámica de la mesa es maravillosa, por eso insisto en que no hay que perderla”. Perder una mesa y perder fuegos, leños...