Como al que madruga Dios le ayuda, muy temprano comenzaron los políticos a presentar sus propuestas de rebajas punitivas para los presos una vez que el papa Francisco, justo después de la culminación del año santo de la misericordia el pasado 20 de noviembre, anunciara su visita al país. Se habla, pues, del jubileo, un instituto en virtud del cual los legisladores conceden indulgencias punitivas a los criminales, mientras que las bendiciones o perdones divinos quedan en manos de la Iglesia que, así, despliega sobre los penados todo su amor, y los invita a enrutar sus vidas por las sendas de la construcción espiritual.
Pero esa práctica tiene otros fines: descongestionar las hacinadas cárceles, permitir que los famélicos presupuestos gubernamentales...