La figura de Ai Weiwei, regordete, con hilacha de barba blanca delgada, párpados saltados, casi un buda, es ya un ícono del XXI. 60 años, pintor, escultor, arquitecto, artista visual conceptual, disidente del régimen de Pekín donde nació. Con cámara en mano recorrió medio mundo detrás de los refugiados.
Tras este paneo por la miseria humana contemporánea, realizó su documental Marea humana, de dos horas y media tras las cuales el espectador sale a la vez extenuado y cautivado.
Extenuado porque acaba de confrontarse con el éxodo que convulsiona a todos los continentes con excepción de Oceanía. Los marchantes huyen de las guerras atravesando una penuria que es otra guerra. Escapan del hambre hacia otra hambre del cuerpo y del espíritu.
La película...