El país destinó esta semana para recibir al Sumo Pontífice quien, con manifiestas muestras de humildad, vino a difundir su mensaje de paz entre todos; esto hizo olvidar por unos días la corrupción, la pobreza, la desigualdad social, las violaciones cotidianas de los más elementales derechos humanos y el abandono estatal en todos los frentes. Incluso, poca atención se prestó a las tragedias desatadas por el terremoto de México y el avance incontenible de los huracanes que han sembrado el dolor a su paso por el Caribe, con millones de personas damnificadas; a estas horas, si no se ha producido un milagroso cambio de rumbo, los ciclones ya han debido azotar las costas de la Florida y los daños causados son inconmensurables.
Pero el Papa Francisco,...