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Hace días se entregaron en Bogotá los Premios Shock como reconocimiento al trabajo de los músicos colombianos. Shock como publicación, sin duda ha aportado inmensamente al circuito de la industria, desde el periodismo y desde el trabajo de promoción con los nuevos músicos. Pero los premios siempre me dejan un sabor agridulce, precisamente porque siento que no representan esa otra alternatividad sonora de la que se profesa en su filosofía. El mainstream, como es costumbre, sigue siendo destacado y convirtiéndose año a año en el protagonista.
Mientras estos premios se realizaban en la capital colombiana y a través de los medios de comunicación eran seguidos por todo el país, en una casa campestre en Santa Elena, corregimie nto de Medellín, Alejo...
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