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Apreciado Carlos. Primero que todo, debo confesar mi admiración. Esto no me pasaba con su música y su trabajo hasta hace algún tiempo. Evidentemente su voz siempre estuvo en el radar, por la familia, por los amigos, por los amores pasados, por la televisión, por cultura general, y por el simple hecho de ser colombiano. Y más que una carta abierta, es una carta de confesión y de agradecimiento. Gracias por la autenticidad, por la sinceridad artística, gracias por los mochos con flecos, por los dreadlocks, por el baile y por el fútbol. Agradecimiento también por ayudarnos a entender el rock de nuestro pueblo y las historias reales, sencillas y amorosas. Desde los Clásicos de la Provincia, que hasta ahora logro entender y me atrapan en una fascinación...
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