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Cuatro años atrás, en México, fui invitado por unos jóvenes amigos a la habitación de un hotel... sin malas intenciones. El plan era tomarnos unos buenos tequilas blancos y escuchar esa música que mis ‘cuates’ solían cantar a pulmón herido. Pensé por unos instantes que me pondrían a Vicente Fernández, a ‘Maná’ o a Juan Gabriel. Para mi sorpresa, la primer canción que escuché fue un vallenato romántico: ‘Primavera azul’, del artista colombiano Nelson Velásquez. “Es muy fuerte acá. A mi mamá también le gusta”, me expresó Alejandro Guerrero Aguilar, amigo de Monterrey, quien por esa época contaba con unos 24 años de edad.
Después de una media hora, y con mi desesperanza de pensar que el señor Velásquez sería el protagonista de la noche, comenzó...
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