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¿Para qué van ustedes a cine? Porque si van a divertirse, es mejor que dejen la lectura de hoy aquí. No hay manera de divertirse viendo una película como “El club” de Pablo Larraín. Y no es, como pasa con las cintas de terror (y esta es una de ellas terrible, jodida), que la diversión no pueda implicar situaciones macabras o violencia. Es que esta película no está hecha para divertir, sino para indignar, para que cause desagrado y repulsión, de tal manera que la reflexión final no sea un camino fácil.
Nos traslada el director a un lugar apartado desde el inicio. Lo sabemos por el clima y la soledad, porque linda con el mar, y porque la fotografía pareciera haberse pensado para que todo lo cubra una bruma lánguida. En este lugar vemos cómo un...
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