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La Cámara de los Comunes del Reino Unido votó negativamente ayer el acuerdo de retiro negociado por Theresa May con la Unión Europea (UE). El rechazo al acuerdo, por 432 votos contra 202, es una derrota histórica, la más grande que ha tenido un gobierno inglés en los últimos cien años y se da después de dos años de una muy ardua negociación con Bruselas. Contra el acuerdo votaron en coalición los laboralistas, que quieren sacar a May para llevar a nuevas elecciones, los proeuropeos, que buscan un nuevo referéndum, y los partidarios de una ruptura radical con la UE, que consideran el acuerdo logrado entre May y la UE como una traición.
El texto del acuerdo derrotado es un tocho de 585 páginas, con protocolos y anexos que deshacían de forma inédita los lazos constituidos entre el Reino Unido y la UE durante más de 40 años. Los puntos contemplados en el acuerdo iban desde la duración del período de transición previsto para después del divorcio (hasta el 31 de diciembre de 2020), pasando por el llamado problema irlandés, la pesca, la supervisión del acuerdo, los derechos de los ciudadanos, hasta el método de cálculo del pago que debía hacer Londres por la salida de la UE.
El desenlace de la votación precipita una serie de consecuencias, todas con un final incierto. El hecho es que el Reino Unido debe dejar la UE el 29 de marzo de este año y todavía no hay claridad sobre la forma en que dicha salida se llevará a cabo. Un primer efecto directo es el debilitamiento del gobierno de May. Si bien es cierto existe la obligación de que la primera ministra presente antes del lunes un plan B que muestre que todavía es posible una salida ordenada de la UE, el líder opositor Jeremy Corbyn ya anunció que iba a depositar ante el parlamento una moción de censura que debería votarse ese mismo día y que busca forzar la realización de elecciones generales.
En esas condiciones, es poco probable que la primera ministra May logre el soporte a su plan B y pueda viajar a Bruselas nuevamente a pedir apoyo. Sin embargo, tampoco es inminente que la moción de censura alcance un triunfo, pues muchos de los votantes contra el acuerdo pertenecían al mismo partido de May y no queda clara su disposición a ir a unas nuevas elecciones.
Para algunos euroescépticos, teniendo en cuenta lo anterior, cada vez aumenta la posibilidad de una salida de la UE por parte del Reino Unido que no contemple un acuerdo. Este escenario es el más temido por todos los analistas, pues lo ven como catastrófico, ya que una salida desordenada dejaría más de un damnificado en el terreno, por los perjuicios tanto al Reino Unido como a la UE y, por ese camino, a la economía mundial.
Los días que vienen serán de una intensa actividad política para dar una salida a la compleja situación que generó la derrota apabullante que sufrió el gobierno de Theresa May. Todas las opciones están abiertas, salvo la de volver al acuerdo original. Es urgente para May convocar todos los apoyos posibles y buscar las alianzas necesarias para llegar a una nueva propuesta de salida ordenada que no divida al país y sea aceptada por la UE, si es que ella no decide apurar su propia marcha y precipitar otro relevo en Dowing Street. En todo caso, el tiempo apremia.