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El pasado domingo este diario publicó un completo informe sobre la encuesta realizada por el Instituto Pew en 31 países emergentes o en vías de desarrollo, en el cual se preguntó a los ciudadanos sobre su nivel de satisfacción con su respectivo sistema político.
El resultado global arroja que el 52 por ciento de los encuestados están insatisfechos con sus sistemas políticos. Y mirando caso a caso, el lugar de Colombia es desolador: es el segundo, después del Líbano, con un mayor grado de insatisfacción: el 75 por ciento de los consultados no se sienten bien con el sistema.
Junto con Medio Oriente y el Magreb, es América Latina la zona geográfica con mayor insatisfacción. Colombia, Brasil, Argentina y Perú, en su orden, son los que menos personas satisfechas tienen con sus sistemas políticos. Sin embargo, el estudio tiene sorpresas como que Nicaragua (66 %), un país con un régimen afectado por alta corrupción y pocos equilibrios democráticos, es, junto con Malasia (66 %) y Tanzania (67 %), el país que más valora su sistema político.
En la presentación del estudio, el Instituto Pew hace énfasis en la correlación entre la situación económica, las perspectivas de que esta mejore o empeore, y la satisfacción con el sistema político.
A primera vista, los resultados de este estudio pueden ser desconcertantes. No tanto atribuibles a errores técnicos, sino a la forma en que los encuestados pueden interpretar la pregunta concreta.
¿Qué entiende la gente por sistema político? ¿Lo equipara indefectiblemente con los políticos? Es decir, ¿ponen en el mismo saco la estructura constitucional, las garantías democráticas, el funcionamiento de los contrapoderes y el sistema de balances y rendición pública de cuentas, con los políticos que en un momento dado ejercen y usufructúan el poder?
Es importante distinguir y tener claros los marcos conceptuales. Por ejemplo, al valorar el sistema político, ¿incluye el ciudadano en él a las tres ramas del poder público? ¿Los vicios y falencias de uno los engloba en una mala calificación general?
Ahora bien: un dato relevante es que la encuesta Pew se hizo en Colombia entre el 12 de abril y el 8 de mayo de 2014, es decir, recién terminada la campaña para elecciones del Congreso y en pleno período de la presidencial. Todos sabemos hasta qué niveles de bajeza cayeron las campañas, y cuál fue el nivel de hastío al que se sometió a la gente.
Tampoco hay que olvidar que las encuestas internas hechas en el país también arrojan resultados similares. Eso sí, en las que hace Gallup Colombia, por ejemplo, que publica cada dos meses este periódico, se pregunta específicamente por instituciones determinadas. Y en ellas, el Congreso, los partidos políticos y ni se diga la justicia, obtienen las peores notas.
Finalmente, hay otro dato del Informe Pew que llama la atención. En promedio, el 64 % de los consultados en los 31 países estudiados sienten que los ricos tienen demasiada influencia en las decisiones políticas. Y de todo el informe, es Colombia el que más alto porcentaje de población cree esto: el 83 %. Como quien dice, aparte de una muy baja valoración del sistema, los encuestados colombianos creen que, más que democracia, rige la plutocracia. Valdría la pena que, despojados de prejuicios, se hiciera un análisis de si la política económica, social, fiscal, responde solamente a los designios de los potentados.