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El asesinato de la señora Geraldine Echavarría Gallego, de 25 años, que acompañaba a sus dos hijos, tras el ataque a bala de un grupo armado ilegal a un bus que llevaba a 14 niños y 4 adultos a un partido de fútbol, en Remedios, Nordeste de Antioquia, resulta cobarde y repudiable.
Muestra el irrespeto absoluto de bandas y guerrillas a la población civil, en especial tratándose de menores de edad y padres indefensos.
El país está conmovido por esta racha de agresiones contra la infancia: el asesinato de una niña en Fundación, Magdalena; el secuestro de un niño en Carmen, Catatumbo, y ahora esta agresión demencial.