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El Eln, que negocia en Quito con el Gobierno Nacional, no detiene su seguidilla de atentados contra el Oleoducto Caño Limón-Coveñas. En 2017 van 26 ataques en Norte de Santander. Desde 2000, ese terrorismo deja 167 muertos, en particular por las minas que los ilegales dejan sembradas en los lugares donde ejecutan sus atentados dinamiteros.
Poco hay que agregar sobre el daño ambiental provocado por el derrame de crudo. El Eln solo gana el rechazo de los civiles y una impopularidad merecida por causar daño a la economía y las comunidades del país. Que se detenga ya.