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La última encuesta Gallup arroja un descrédito general de las instituciones públicas: el Congreso, el poder Ejecutivo, la justicia y los partidos políticos quedan mal calificados por los ciudadanos. Lo de los partidos políticos es más grave, pues son ellos los encargados de tramitar las necesidades colectivas ante el Estado para resolverlas, y lo han hecho tan mal, o ni siquiera lo han hecho, que obtienen peores notas que las Farc.
Otro aspecto de la mayor gravedad es que estos indicadores reflejan la ausencia de legitimidad de los órganos que deben tramitar las reformas que requiere el país en estos momentos para darles vida a los acuerdos con las Farc. El Ejecutivo tiene una bajísima legitimidad, como también el Congreso. Y son estos organismos ilegítimos, mal vistos por la sociedad, los que van a tramitar las reformas urgentes para que el acuerdo de paz tenga materialización.
Hay que decir que los partidos políticos tienen razón de ser en toda democracia. Lo que pasa es que se comprometen a hacer cosas que al final no pueden hacer, y la opinión pública se cansa de eso. Como se cansa de la corrupción política, que no tiene consecuencias, los partidos ni siquiera la castigan. Pero en todo caso, las Farc siguen desprestigiadas y con rechazo ante el país.