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Rasgos de lo que somos y no somos como una economía

Desde distintas orillas aparecen discursos que comienzan a instalarse en la opinión pública y que distorsionan certezas sobre los motores productivos de Colombia. Aquí varios ejemplos.

  • Ilustración: Esteban París
    Ilustración: Esteban París
23 de agosto de 2015
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La economía colombiana no escapa a ese culto a la apariencia, a la figura, a quedar siempre bien, a ese intento de parecer otra cosa que no se corresponde con la realidad. Discursos, opiniones y percepciones se repiten tanto que se van instalando dentro y fuera del país, desde orillas públicas y privadas, como unas verdades absolutas que contradicen aspectos de una economía dinámica, pero con matices.

Entonces un auge de producción de crudo ya para muchos es señal de que somos petroleros; el discurso exportador rumba por el territorio nacional, cuando es realidad de unas pocas empresas; se habla del mercado de capitales como si estuviéramos en Wall Street, pero no es tal; se afianza la idea de que el país es atractivo para invertir y los impuestos dicen otra cosa; o el llamado imperio de la ley claudica con su peso ante la informalidad y los billonarios cálculos de la evasión fiscal.

También la competitividad se asume como varita mágica para ocultar ineficiencias históricas; se dictan muchas normas, pero eso no quiere decir que se acaten; la oratoria de la innovación se impone a la recursividad propia; o nos asumimos como paraíso turístico, pero a muchos destinos es un lío llegar. Y la lista sigue.

Falta acción y sobra discurso. Como la manida frase: estamos en Cundinamarca pero pensamos que vivimos en Dinamarca. Y el gran riesgo de parecer es que se convierta en la razón de ser y perder la perspectiva de lo que es la economía nacional, con todas sus amenazas, pero también con sus muchas oportunidades.

La redacción económica de EL COLOMBIANO le presenta quince aspectos en que el discurso aparente va por una vía y la realidad nacional va por otra. En ningún momento se pretende construir verdades absolutas, nadie las tiene, pero sí sembrar la inquietud sobre lo que somos y no somos como un país con factores de crecimiento económico importante, pero en donde hay mucho más por hacer.

21,9%
ha descendido la inversión extranjera directa (IED) en Colombia entre enero y julio pasado, frente a igual periodo de 2014, según el Emisor.

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