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Las críticas de libros que ven los jóvenes
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Bast Vilard de la colombiana Juliana Zapata se multiplica en varias redes sociales. FOTO Facebook / Juliana Zapata
09 de febrero de 2016
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El último lugar en donde un lector adulto buscaría una reseña sobre el libro que se quiere leer es Youtube. Para eso están las publicaciones culturales de los grandes medios o las voces consagradas de la crítica que analizan con juicio las estructuras, los contextos, las influencias literarias y la importancia del libro para el momento de su publicación. Eso define si vale la pena para el lector invertir su tiempo y dinero en él.
Sin embargo, no a todo el mundo le interesa resolver esas cuestiones, hay un público que está más preocupado por los libros que inspiran a leer las canciones de Taylor Swift o en definir cuál combina mejor con su preparación de café favorita. Estos son los milenials y su medio predilecto es YouTube.
Aunque es un fenómeno apenas en crecimiento, hay un grupo de jóvenes que se dedica a usar los códigos de YouTube para hacer videos discutiendo libros. Se llaman booktubers y están creando una comunidad lectora que sigue fielmente sus recomendaciones. Son muy populares en México y España, y poco a poco se abren un espacio en Colombia. Sergio Vilela, Director Editorial para el Área Andina del Grupo Planeta, comenta que no solo son interesantes para mover la venta de literatura juvenil, sino que los incorporaron a sus estrategias de marketing: “Nos informan de lo que pasa en el mundo virtual, de las posibles oportunidades editoriales. Se han convertido en unos buenos aliados y a nosotros nos importa sobre todo que haya más gente discutiendo los contenidos que publicamos”.
No se definen como críticos, el booktuber mexicano Alberto Villarreal, que estuvo en nuestro país en octubre por invitación del Fondo de Cultura Económica, declaró en una charla con sus seguidores: “No soy un crítico literario ni quiero serlo, mi objetivo es platicar con amigos y decir si me gustó o no un libro. La crítica dice que debemos leer ciertos libros, la literatura que ellos dicen que es buena, sin embargo, para mi leer solo porque otros lo dicen no tiene gracia. Leo porque me gusta, porque me divierto, porque me hace sentir muchísimas cosas”.
Camilo Hoyos, crítico literario de la revista Arcadia y Subdirector Académico del Instituto Caro y Cuervo, plantea que la crítica literaria así entendida tiene muchos vicios: “La buena crítica literaria es la que a mi juicio marca las pautas y señala ciertos elementos que el lector debe tener en consideración para disfrutar del libro, ahora, que el libro te guste o no es otra cosa. Nada más ajeno a la realidad que el crítico pontificador que dice desde su pedestal ‘esto es bueno y esto es malo’. Lo que sí puedes decir es ‘esto está bien escrito, esto es complejo, es trabajado, o es simplista, le falta desarrollo’ ”.
Finalmente, tanto los booktubers como los críticos tienen la intención de difundir la lectura. Ambos, dirigiéndose a públicos diferentes y trabajando géneros distintos, invitan a leer para formar una opinión propia. “No soy el público, pero soy consciente de que tiene que haber un cambio generacional y de que hay nuevos métodos, plataformas y medios que hacen posible la lectura. Es muy interesante ver cómo la información sobre los libros no llega por un medio escrito sino audiovisual. Es un fenómeno transmedia”, agrega Hoyos. Los booktubers frente a la crítica tienen la ventaja de que pueden interactuar con los usuarios y crear una comunidad fiel que propone y colabora. Es un fenómeno que representa los lenguajes en los que se comunican las nuevas generaciones y refleja su manera de pensar.
Juliana Zapata, del canal Bast Vilard, cree que el fenómeno fue posible porque la crítica abandonó la literatura juvenil: “Si un joven se pone a leer una crítica literaria puede que no entienda el lenguaje porque utilizan palabras con las que uno no está relacionado usualmente, entonces para llegar a los jóvenes es mucho más fácil a través de nosotros”. Las reseñas de los booktubers son mucho más cercanas y emocionales, no se trata de la calidad de un título, sino de la emoción que es capaz de despertar en sus lectores, transmitido en un lenguaje sencillo y abierto que llega mucho más fácil al interlocutor. Por ejemplo, la misma Juliana, durante la charla del Fondo de Cultura Económica, dice sobre el autor conocido como Blue Jeans: “Sus novelas no son las grandes novelas, pero entretienen y refrescan. Leerlo es como darse un baño y volver a ser persona”.
La literatura juvenil es menospreciada por la academia. Solo cuando una saga trasciende la órbita que le corresponde es que adquiere un valor diferente. El señor de los anillos, de J.R.R. Tolkien, es una saga juvenil que se estudia en la academia por la complejidad del universo construido por el autor. Harry Potter, de J. K. Rowling, aun es muy reciente, pero puede tener un nivel de complejidad similar, incluso la Universidad de Modena y Reggio Emilia estudió el impacto que tiene la lectura de la saga en los adolescentes y pudo concluir que mejora las actitudes hacia grupos minoritarios (inmigrantes, homosexuales y refugiados). El estudio fue publicado en agosto de 2014 en el Journal of Applied Social Psychology.
De la cantidad de sagas y libros juveniles que están en circulación hoy, no sabemos cuáles pueden ser valiosos para la academia porque la crítica no se molesta en revisarlos. Con solo definir el público al que están dirigidos pierden valor literario. Los booktubers tratan de llenar ese vacío porque los jóvenes siguen estando en necesidad de guía para escoger los títulos que les interesan.
Si bien es cierto que los booktubers no son académicos o literatos profesionales, sí son grandes lectores y la crítica coincide en que un buen autor debe ser un gran lector, por eso muchos se aventuran a escribir sus propios libros. Alberto Villarreal está preparando su ópera prima, una novela romántica que evoca su primer amor y, por supuesto, todos sus seguidores (más de 120.000 en su canal de YouTube) no pueden esperar por salir a comprarlo.
Otros youtubers o bloggers, no precisamente dedicados a la literatura, han aprovechado el público cautivo en sus redes para sacar libros de gran éxito en ventas. “Hay unos creadores nuevos, distintos, que están haciendo cosas para otras audiencias. Lo más conveniente es darles un espacio en el mundo del papel, que replique en el digital; ayudarlos a comunicar sus contenidos de manera más orgánica, en un relato más largo, como el libro. Es una tarea en la que hay que apoyarlos mucho y en la que hemos trabajado en equipo”, comenta Sergio Vilela.
No todos quieren ser autores o literatos, Juliana Zapata quiere mantener su canal como un pasatiempo y cree que en ese espíritu es que ha podido encontrar su público: “La gracia de los booktubers es que es algo completamente espontáneo y personal, si lo vuelven más serio pierde”.
El humor, la emotividad, el dominio de la cultura popular y la habilidad de combinar diferentes medios sin resentir el cambio de uno a otro es lo que caracteriza a la nueva generación y las editoriales han sabido aprovecharlo.
Hoy en día las sagas adolescentes llenan las vidrieras de las librerías e incluso la web. Cuando se creía que el libro estaba pasando a mejor vida al enfrentarse a una generación que poco o nada se aleja de las pantallas de los aparatos electrónicos, aparecen jóvenes que escriben y leen en mayor volumen que sus antecesores gracias a esas mismas “amenazantes” tecnologías. Ahora pueden disfrutar los libros en sus pantallas, interactuar con otros lectores y enriquecer su experiencia.
La crítica tradicional debe observar con atención y renovar su discurso, preparándose para la edad adulta de los milenials. En una nueva era y resistirán quienes sepan adaptarse.
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