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De alguna manera, caminar por la calle Junín en medio de girasoles, músicos, artistas ambulantes y olor a comida nos devuelve a la Medellín de los años 20. En ese entonces, el que conocemos hoy como un estrecho pasaje peatonal era una calle en la que florecían la cultura y el comercio de la ciudad.
La Twittercrónica visitó esta calle con el propósito de juniniar, un verbo que hace parte de nuestra jerga y que hace referencia al plan de visitar Junín -especialmente entre La Playa y el Parque Bolívar- para disfrutar de los distintos manjares y tiendas del sector.
Al empezar el recorrido, el olor de las flores cambió la sensación de estar en el centro. Desde hace unos 40 años, los vendedores de flores han tenido su espacio aquí. “La única flor que no se vende es la que no se trae”, dice orgulloso Jaime Restrepo, vendedor.
Desde abajo, el edificio Coltejer pinta de gris la esquina en la que alguna vez estuvo el Teatro Junín, uno de los espacios más recordados, en el que se presentaron famosas zarzuelas y artistas como Bill Haley & His Comets. En la actualidad en ese rincón no queda nada artístico, ni siquiera las salas de cine Junín 1 y Junín 2 , cerradas al público hace unos cuatro años.
En la agitada Junín, llena de transeúntes apurados, también hay espacio para la calma. En las bancas de madera vimos personas conversando tranquilas y disfrutando del lugar. “Yo soy vecino de Junín, toda la vida he venido a encontrarme con amigos y a tomar tinto y lo seguiré haciendo”, cuenta el señor Alfonso Jiménez, jubilado.
Y estando en Junín, aunque no se tenga hambre, las ganas de disfrutar de la nostálgica oferta gastronómica no da espera. Primero visitamos el Salón de Té Astor, famoso por su jugo de mandarina y moritos. “Estamos de fiesta pues cumplimos 85 años de servicio ”, afirma Estela Alzate, administradora.
Otra alternativa, es ir a Versalles por una empanada argentina o a almorzar uno de los “corrientazos” más completos de la ciudad. Aquí el tango, la carta y la presentación de los platos hablan de Buenos Aires.
Este recorrido nos recordó algunas de nuestras tradiciones, como juniniar y vitriniar, pero además nos mostró que este sector aún hierve de cultura, que es un lugar seguro en el que todavía podemos pasar momentos agradables y retomar las costumbres de nuestros padres y abuelos.
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