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Rafael Nieto Loaiza
Columnista

Rafael Nieto Loaiza

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REFERENDO “HABILITANTE”

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rafael nieto loaiza

rafaelnietoloaiza@yahoo.com

Dijo Benedetti que la información se había “filtrado”. Después, el Ministro del Interior desmintió sin sonrojarse: en Colombia no hay “leyes habilitantes”, dijo, y en Casa de Nariño no se ha siquiera pensado en ello. Pero el fiscal general lo reconfirmó: sí se han desarrollado reuniones para ver la posibilidad de otorgarle poderes extraordinarios al presidente. Con ese fin se estudia hacer “un referendo modificatorio de la Constitución”. Algo va de un senador girasol al gran aliado del régimen.

La ruta consiste en tramitar de urgencia una ley en el Congreso que cite al referendo y realizarlo con ocasión de las elecciones regionales de octubre.

Sabemos entonces, a pesar de los desmentidos de su ministro del Interior, que el Gobierno y sus aliados están pensando en una “ley habilitante” pero con aprobación popular vía referendo. Es decir, un referendo habilitante a favor del presidente. Sabemos también que eso les permitirá volver a teñir las elecciones con el color de las conversaciones de La Habana y que parte de la estrategia de sus candidatos, como en las presidenciales, consistirá en descalificar a la oposición de “enemiga de la paz”. Sabemos que con eso evitan que los de octubre sean unos comicios que midan y califiquen la gestión del Gobierno, tan mala en casi todo, apenas regular en algo y buena en muy poco. Sabemos también que al fiscal, que había sostenido que “no se requiere ni desde el punto de vista constitucional ni desde el punto de vista legal ningún tipo de refrendación popular para darle legitimidad a los acuerdos” (para desmemoriados, los colombianos), ahora sí le gusta la idea de un referendo.

Pero de ahí en adelante no hay certezas sino interrogantes: ¿cuál sería el contenido del referendo? Lo único que parece claro es que ni el fiscal ni el Gobierno quieren que sea para aprobar los acuerdos que se firmen con las Farc. Primero, porque a pesar de que nos han vendido la idea de que el proceso es irreversible, que “la paz está de un cacho”, lo que es seguro es que los acuerdos no se firmarán pronto y que, por tanto, no es posible que su resultado sea llevado a un referendo este año. Segundo, porque en todo caso se mueren de miedo que la gente vote en contra. Como ocurriría, probablemente, en al menos dos puntos claves: la ciudadanía de manera abrumadoramente mayoritaria no quiere que los responsables de crímenes internacionales de las Farc no paguen al menos algún tiempo de cárcel ni quiere que puedan acceder sin restricciones a cargos de elección popular. Así que parece que la idea no es que el referendo apruebe o no lo que se acuerde con las Farc sino darle facultades al presidente para que firme con ellas.

¿Pero que firme qué? Si es lo que el presidente considere prudente y conveniente, es decir, un cheque en blanco, más allá de lo grotesco, de lo antidemocrático, es evidentemente inconstitucional. La Constitución exige que “el referendo sea presentado de manera que los electores puedan escoger libremente en el temario o articulado que votan positivamente y qué votan negativamente”. Como lo ha reiterado la Corte Constitucional, no se acepta el voto en bloque y cada tema requiere una pregunta específica. ¿O será que el Gobierno cree que neutralizando a Pretelt tiene una nueva mayoría para cambiar la jurisprudencia?

El Fiscal sugiere que se facultaría a Santos para desarrollar el llamado “Marco Jurídico para la Paz”. Pero esa respuesta está lejos de ser clara. Si el desarrollo supone modificaciones constitucionales, volvemos a la necesidad de un temario identificado y separado en cada punto. Si no supone tales cambios, el referendo es innecesario.

Al final, dos cosas no deberían admitir discusión: una, a la gente no se le puede hacer conejo embolatándole, por una vía u otra, la posibilidad de aprobar o no lo que se firme en La Habana. Eso sería trampa dura y pura y además haría insostenibles los acuerdos en el futuro. Dos, hay que evitar la construcción de antecedentes antidemocráticos como las leyes o referendos habilitantes. Hoy se usan para “la paz”. Mañana para cualquier cosa. Habría que mirar a los vecinos.

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