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Competidores de 30 años o menos van quedando atrás mientras ven cómo Gustavo Arango Gaviria, un hombre de 59 años, les toma ventaja en las carreras de aventura. La escena se repite cada vez que hay competencias de esta disciplina en el país.
Gustavo empezó cosechando logros en el patinaje hace más de 30 años y desde que llegó al deporte no se volvió a ir. Hoy sigue patinando, haciendo atletismo, triatlón, kayak, cuerdas, descenso, entre otras actividades, y las combina con la aventura.
“Para ser un buen corredor de aventura se necesita inteligencia, físico, muchas carreras, derrotas, embolatadas en la ruta y ser un triunfador. Tavo cumple con todo eso”, dice Ricardo Vélez, uno de sus compañeros en estas carreras.
Gustavo celebrará 60 años el 2 de diciembre y como en la película El curioso caso de Benjamin Button, parece que está cumpliendo años para atrás. En vida ha dejado huella entre quienes lo conocen.
Su mejor amigo, Juan Carlos Tamayo, lo califica como un verraco, y va más allá de lo deportivo: “es una persona servicial con los demás, sin esperar nada a cambio. Es el mejor amigo de muchos amigos”.
Y es que donde esté, Gustavo se convierte en el alma del momento. Lina Vargas, otra de sus compañeras de travesía, lo describe como una persona muy agradable: “es el más adulto en las competencias, pero es reconocido como el más alegre, el más mamagallista, el más extrovertido. Nunca deja que sus compañeros se desmotiven”.
También admira su disciplina en el entrenamiento. “A las 4:30 de la mañana está en el gimnasio, a las 8:00 a.m. en su trabajo y en las noches siempre sale a entrenar”.
Como si fuera poco ser el mejor aventurero del país, eso no basta. Es excelente padre de familia y un esposo ejemplar. Es un tipo 10, porque nunca ha descuidado a Juan Pablo y Daniel, y mucho menos a su esposa Clara, que le alcahuetea todas sus “locuras” deportivas.
Muchos se preguntan cuál es el secreto de este hombre de acero y lo único que hace durante las competencias es beber tinto con Coca Cola. “Gustavo no cambia esa bebida por ninguna energética. Siempre es fiel a su tinto y a su Coca Cola”, apunta Lina Vargas.
Juan Diego Aristizábal, otro de sus compañeros de aventura, cuenta que de cariño le dicen el ‘abuelito cascarrabias’. “Ojalá cuando yo tenga 59 años esté siquiera a la mitad de la capacidad que tiene Tavo”. Anhela y admira de él su ánimo, entusiasmo, energía y capacidad deportiva: “mantiene su competitividad intacta. Exitoso en el deporte, con su familia y su negocio. Nunca le dio pereza nada”.
Si Gustavo no hace actividad física todos los días, literalmente se enferma, porque acostumbró su cuerpo a ese ritmo de vida. Tampoco tiene problemas para seguir ganando sobre los patines. Precisamente, acaba de afrontar un Open internacional de patinaje en Las Vegas, Estados Unidos, y dominó en la categoría máster. En fin, Gustavo demuestra que el deporte no tiene límites y que muchas veces los obstáculos están en la mente y no en el cuerpo