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Recordar cómo era su vida hace diez años realmente puede ser un desafío. Es posible que sea un reto mucho más grande que el simple hecho de escoger una foto tomada en 2009 para compararla con una de 2019.
Dar un vistazo atrás significa volver a un ser humano distinto: uno con antiguas amistades o familiares que quizá ya no están. Con un cambio de ciudad, avances en el trabajo, hijos o incluso una transformación en su estilo de vida.
Cuando una persona regresa a un evento del pasado, “la memoria se activa con lo que le genera ese recuerdo. Si es algo grato, la gente se conecta con eso”, cuenta la psicóloga clínica Joxie Ferreira.
Pero, ¿por qué existe la necesidad de enlazar el pasado a una red social? Aunque puede ser satisfactorio compartir un recuerdo con otros, hacerlo también tiene mucho que ver con sus logros en el entorno, al menos en el caso del #10YearChallenge.
El psicólogo clínico David Londoño lo explica: “Cuando una persona se sienta en la sala de su casa a ver sus fotografías viejas, eso lo remite a los avances y mejoras que ha tenido, por ejemplo, durante una década”. Ese es un proceso personal.
“La red social da un aval a la autoestima y al reconocimiento externo en términos de un me gusta. Ahora se publica la mejoría que cada quien ha tenido a través del tiempo y eso produce una cierta sensación de bienestar a nivel emocional. Pero es como si quisieras buscar una aprobación de lo que fuiste más allá de lo que eres hoy”.
No es nocivo compartir recuerdos, pero puede ser útil para entender por qué existe esa tentación constante por trasladar la vida a las redes y por ver likes en la pantalla.