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El cambio climático pasa factura con huracanes y terremotos

No es sencillo relacionar cada tormenta con el calentamiento global, pero este incidirá en eventos cada vez más fuertes. ¿Tiene que ver en los temblores?

  • Hubo tormentas al tiempo por aguas más calientes. Acá, Talim y Doksuri en el Pacífico. Y había ese día tres en el Caribe. FOTO Nasa/EO
    Hubo tormentas al tiempo por aguas más calientes. Acá, Talim y Doksuri en el Pacífico. Y había ese día tres en el Caribe. FOTO Nasa/EO
13 de octubre de 2017
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Por Ramiro Velásquez Gómez

Cuando el 6 de septiembre el huracán Irma arremetió contra las islas Leeward en el Caribe antes de seguir hacia Puerto Rico, Cuba y la Florida, los satélites de la Nasa reportaban 30 °C en las aguas del Caribe por donde se movía.

“Suficiente para sostener una tormenta categoría 5”, según un análisis de Earth Observatory de esa agencia espacial. Es que la temperatura del océano más los cambios en la dirección del viento son dos ingredientes claves que alimentan y sostienen esas tormentas, las más poderosas del planeta, que pueden gastar una energía equivalente a 10.000 bombas atómicas, según un informe de la Nasa.

Tras Irma llegaron José y María, con categoría de grandes huracanes (antes Harvey había asolado Texas) y de inmediato comenzaron científicos, periodistas y ciudadanos a relacionar esta actividad con el cambio climático. ¿Estas teorías son reales?

“En este momento vale preguntarse si son eventos naturales”, dice Kerry Emanuel, científico del MIT y tal vez la persona que más conoce del tema en revistas científicas.

Los huracanes

Ya ha pasado más de la mitad de la temporada de huracanes, (que va del 1 de junio al 30 de noviembre) y se puede decir que ha sido muy activa.

Supera los pronósticos de Phil Klotzbach, de la Universidad de Colorado, quien en junio hablaba de 14 tormentas nombradas, 6 huracanes y 2 grandes huracanes. Según las previsiones de la Agencia del Clima de Estados Unidos (NOAA) se preveía de 11 a 17 tormentas nombradas, de ellas 5 a 9 convertidas en huracanes y de esos 2 a 4 de categoría 3 o más.

Hasta ahora se presentaron, 15 tormentas, 10 convertidas en huracanes y de estos 5 grandes (categoría 3 o más).

Los números por sí solos no dicen nada. Chanh Kieu, profesor de Ciencias Atmosféricas en Indiana University, se pregunta en la agencia de noticias científicas The Conversation si las cuatro grandes tormentas hasta ahora se deben al cambio climático o son una simple coincidencia que sucede de vez en cuando, cada ciertas décadas, como con la tripleta de huracanes Beulah, Chloe y Doria, en 1967.

Los huracanes, como la influenza, dependen del medio ambiente para existir y moverse, una evidencia que en el caso de las tormentas se sugirió a comienzos de los 50 y se fortaleció con los hallazgos de Emanuel sobre su dinámica en los 80.

Pero asignar a una sola gran tormenta la relación climática no es sencillo. Kieu explica que es como relacionarlo con el clima diario, que tiene una variación en temperatura de hasta 10 grados Celsius.

“El consenso entre los estudios es que los huracanes futuros tenderán a ser más fuertes que aquellos en el clima de hoy, asumiendo que la temperatura superficial del mar continúe su tendencia al calentamiento”, dice.

Aunque el conocimiento actual, prosigue Kieu, no permite conectar la intensidad de Harvey con cambios en el clima, los tres días que permaneció sobre tierra podrían ser una manifestación de cambios en el patrón de circulación atmosférica en un clima más caliente.

Es normal que los huracanes pierdan fuerza al entrar a tierra y se debiliten al no contar con la temperatura que los alimenta. Harvey persistió.

De otro lado, la aparición de varios huracanes en el Caribe durante septiembre podría ser señal de condiciones más favorables para su formación debido al cambio climático.

Es la frecuencia y la magnitud de los extremos anormales, como la permanencia del Harvey sobre tierra y la fuerza casi sobrenatural de Irma, las que son de mayor interés para los investigadores. Es bien sabido que los fenómenos extremos son señales que pueden distinguirse de las variaciones climáticas diarias.

Por eso ligar un solo huracán con el cambio climático no es confiable.

Intensificación

Si el calentamiento global se mantiene “se incrementará la probabilidad de eventos extremos”, anota Emanuel.

Sus análisis indican que Harvey, que devastó la zona costera de Texas y ocasionó más lluvias que ningún otro huracán, hubiera sido considerado el siglo pasado como un evento de cada 2.000 años, pero este siglo la probabilidad de que se repita baja a un evento cada 100 años ante la inseguridad sobre el curso del cambio en el clima.

Irma, para citar otro, con su marca de mayor duración como huracán categoría 5, hubiera sido considerado como un evento que se da cada 800 años en el Caribe, pero hacia finales de este siglo podría darse cada 80.

Las construcciones

La situación empeorará. En las últimas cuatro décadas huracanes y ciclones provocaron daños anuales de 700.000 millones de dólares. Dado el crecimiento poblacional y la construcción de propiedades frente a los océanos “la población global expuesta a estos se ha triplicado desde 1970”.

Mientras los huracanes, tal como los terremotos y volcanes, “son parte de la naturaleza, de lo que estamos hablando es de desastres no naturales, esos que provocamos construyendo estructuras en sitios que son inherentemente vulnerables a esas fuerzas devastadoras”.

El científico recalca que mientras gran parte del cubrimiento noticioso se centra en los vientos, que han provocado muchos daños liberados por Irma y María, es el agua la que causa la mayoría de las afectaciones y la mayor parte de las personas subestima sus efectos. El oleaje que forma, “es hidrodinámicamente igual que un tsunami”. El agua, concluye, “es el gran asesino”.

Por el nivel del mar

Una destrucción a la que contribuye el aumento en el nivel del mar, de acuerdo con el Laboratorio Geofísico de Dinámica de Fluidos de la NOAA, por lo cual se espera que la vulnerabilidad costera debido al oleaje asociado a las tormentas aumente.

Michael E. Mann, climatólogo de Penn State University, cree que el cambio climático aportó medio metro al nivel del mar en Harvey tornándolo más devastador.

Los estudios de Emanuel sugieren que la fuerza de las tormentas seguirá creciendo a medida que el clima se caliente, pero llegará el momento en que se nivele. Unos límites todavía lejanos: en los 90 existía 1% de probabilidad de lluvias anuales tan intensas como las provocadas por Harvey. Hoy es del 6% al año y para 2090 esa probabilidad crecerá 18%.

Es prematuro concluir que actividades humanas como las emisiones de gases de invernadero que derivan en el calentamiento global tienen un impacto observable en los huracanes en el Atlántico. Puede que sí hayan provocado cambios, pero aún no detectables debido a limitaciones en las observaciones.

Solo hay una certeza: el calentamiento por causas humanas sí hará que los ciclones tengan una intensidad del 2% al 11% mayor, situación que generará un potencial destructivo más alto.

Para Anders Levermann, del Instituto Potsdam de Investigaciones en el Impacto del Clima, en Alemania, “desafortunadamente la física es muy clara: los huracanes obtienen su energía destructiva del calor del océano y hoy las temperaturas en esa región (Caribe) son muy altas”.

Estas nutrieron Irma, de acuerdo con Julian Heming, experto en huracanes de la Oficina Met (servicio meteorológico del Reino Unido).

Hay que tener en cuenta, de todos modos, que el clima es variable “así que uno no será golpeado por eventos extremos cada año”, advierte Tobias Geiger, también del Instituto Postdam.

Terremotos

En los últimos 10 años más y más científicos comienzan a buscar una relación entre cambio climático, el clima, huracanes, terremotos y erupciones volcánicas.

Las actividades humanas están creando situaciones que agitan, lubrican o presionan las placas tectónicas.

Un debate que se actualizó con la reciente serie de huracanes en el Caribe.

Bill McGuire, del Centro de Investigación en Amenazas, del University College London, lo cree así y en su libro Waking the Giant documenta datos de la ciencia detrás del cambio climático, que crea condiciones ideales para tsunamis, erupciones volcánicas y temblores. Y en artículos subsiguientes lo refuerza.

¿Cómo podría darse esa influencia? De varias maneras.

En 2009, Chi-Ching Liu, del Instituto de Ciencias de la Tierra en la Academia Sinica en Taipei, publicó un artículo en Nature en el que presenta un vínculo entre los tifones que golpean Taiwan y pequeños temblores debajo de la isla.

La razón estaría en que la menor presión atmosférica que se genera en esas tormentas permitiría que las fallas geológicas se movieran con mayor libertad, generando el movimiento.

Esto liberaría de a poco la energía acumulada a lo largo de esas fallas. El grupo de Liu mostró que hay menos temblores fuertes en Taiwan, donde llegan los tifones, que en Japón, a lo largo de la misma placa tectónica.

Shimon Wdowinski, de la Universidad de Miami, advirtió que tras los huracanes o tifones que generan mayor cantidad de lluvia se presentan terremotos devastadores.

Podría ser que el agua lubrica las fallas, pero para el científico los deslizamientos que generan reducen el peso sobre las placas, permitiendo su movimiento.

Volcanes

En la isla de Montserrat, en el Caribe, las tormentas fuertes han sido asociadas con erupciones del volcán Soufriere Hills, mientras que el volcán Pavlof en Alaska parece responder no al viento ni la lluvia sino a cambios estacionales en el nivel del mar.

Con el derretimiento de las masas de hielo debido al calentamiento global, se reduce la presión sobre las fallas y aumenta la sismicidad. Una situación que el registro histórico encontró que sucedió en Escandinavia hace unos 12.000 años.

En Alaska los temblores también han aumentado al disminuir la capa de cobertura de hielo. Ese derretimiento deja más volcanes destapados y alienta el surgimiento de magma (masa de rocas fundidas en el interior terrestre) hacia la superficie, aumentando la actividad volcánica.

Tras el derretimiento del hielo y la intensidad de las tormentas parece estar el cambio climático y, detrás de este, el hombre.

Así, día a día las evidencias van ligando fenómenos naturales que se creían independientes del clima.

Fuentes: Colorado State University, Inside Climate, Met Office, MIT, Nasa, New York Times, NOAA, The Conversation, The Guardian, The Weather Channel.

15
tormentas hasta hoy hubo en el Atlántico, 5 de ellas grandes huracanes
12
tormentas, 6 huracanes y 3 grandes huracanes en promedio se presentaron cada año de 1981 a 2010

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