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La apuesta quedó casada: enviar una nave a la estrella más cercana, Alfa Centauri, de la que nos separan 4,2 años luz.
Más de 36 billones de kilómetros para superar en solo 20 años de viaje, cuando hoy llegar a Plutón apenas a 4.500 millones de kilómetros tomó 10 años.
El millonario ruso Yuri Milner puso sobre la mesa 100 millones de dólares para que en 20 a 30 años se desarrolle la tecnología requerida para el primer viaje interestelar humano, que de completarse con éxito permitiría conocer ese mundo antes de acabar el siglo y no hacia el año 32.000 con las tecnologías actuales.
Una empresa que cuenta con el respaldo del prestigioso científico Stephen Hawking, quien estuvo en el acto de lanzamiento del proyecto.
“No hay mayores alturas para aspirar que la de las estrellas”, observó para sintetizar el objetivo de la que pareciera la más ambiciosa meta humana hasta ahora.
Si se logra está por verse, pero detrás de Breakthrough Starshot, como se llama la empresa, está un grupo de científicos de trayectoria, encabezados por Pete Worden, exdirector del Centro Ames de la Nasa y un grupo de expertos ingenieros y astrónomos.
Y de la junta directiva, además de Milner y Hawking, están Mark Zuckerberg, Ann Druyan, Freeman Dyson, Mae Jemison y Avi Loeb.
Una idea que podría costar de 5.000 a 10.000 millones de dólares, como los telescopios James Webb (en construcción) o el Colisionador de Partículas en Suiza, y en cuyo desarrollo se espera reunir el resto.
A Alfa Centauri no se enviaría una de las naves que hoy se usan para explorar el Sistema Solar, que aunque pequeñas (2 metros por 2 y menos de 500 kilos de peso como New Horizons, que pasó por Plutón el año pasado) harían muy difícil el desplazamiento por la cantidad de energía requerida.
No. Sería una tableta casi bidimensional, de 10 centímetros por 10, que tendría cámaras, impulsores y láser y no pesaría más de 1 gramo. Un ‘smartphone interestelar’.
El concepto se puede concretar, pero exige resolver varios asuntos tecnológicos. Al menos 20 retos persisten.
Impulsar un aparato de tales dimensiones no es sencillo, pero Philip Lubin, astrofísico de la Universidad de California en Santa Bárbara, tiene la solución: un potente rayo láser que la impulse, para lo cual la tableta espacial deberá tener una pequeña vela, otro de sus aditamentos.
Un rayo láser de 100 gigawatts que entonces podría ser visto por cualquier ser, en caso de existir, en otras regiones de la galaxia.
“Si usted va a construir un supercomputador, no haría uno con un enorme núcleo masivo, para un petaflop usted junta miles de procesadores y los une mediante procesamiento paralelo”.
Esa es la idea: poner a trabajar juntos miles de láseres, algo que exigiría una infraestructura de casi un kilómetro que estaría tal vez en el desierto de Atacama, en Chile, a más de 4.000 metros de altura para reducir las molestias atmosféricas.
Las novedosas naves tendrán una vela, tal como algunas embarcaciones. No es una verdadera innovación en materia espacial. La Sociedad Planetaria ha ensayado algunos prototipos con veleros espaciales que se moverían gracias a la luz del Sol. Pero ese impulso no sería suficiente para llegar rápido a Alfa Centauri.
La red de láseres de 100 gigawatts, posible gracias a un reciente desarrollo de defensa de Estados Unidos, pondría una gran cantidad de energía en la vela acelerando el conjunto hasta 20 % la velocidad de la luz o unos 160 millones de kilómetros por hora que permitiría llegar a la meta en 20 años.
No sería un único velero, serían decenas o centenas. Cabe la posibilidad de que a semejante velocidad cualquier partícula destruya al viajero.
Saldrían al espacio a una órbita alta en una nave tradicional. Los controladores desplegarían la ‘tableta’ y una a una las enviarían al espacio profundo en pocos minutos.
Para Loeb, astrofísico de Harvard, cada fase es un reto y si la nave sobrevive hasta la estrella tendrá dos horas para tomar imágenes y enviarlas a la Tierra para ser recibidas en un gran telescopio capaz de recoger la mayor cantidad posible de fotones.
Primero será desarrollar el concepto, seguirá el prototipo de la red de láseres, luego el sistema completo, incluyendo las tabletas, dijo Milner. “Tomará de 20 a 30 años completar las tres fases”, que aprovecharán los continuos avances en nanotecnología y láseres.
La elección de Alfa Centauri como objetivo es fácil de entender, por ser el sistema estelar más cercano (en verdad no es una, son varias estrellas).
Allí se ha detectado la existencia de un planeta tipo horno, con más de 2.000 grados centígrados de temperatura y tamaño parecido el terrestre, aunque se ha sugerido la presencia de otro.
El sistema de Alfa Centauri se encuentra a 4,23 años luz, situado en la constelación sureña del Centauro. Alfa Centauri A y B giran entre sí en una órbita que toma unos 80 años y no están muy separadas: solo 1.600 millones de kilómetros, como la distancia del Sol a Saturno.
Son más grandes y viejas que el Sol y a su alrededor gira Próxima Centauri, una enana roja que está a unos 0,2 años luz de las otras.
Para el millonario ruso, la conclusión del equipo científico es que es posible desarrollar la misión en una generación.
Para Hawking lo que hace únicos a los humanos es “trascender nuestros límites... ¿Y cómo podemos trascenderlos? Con nuestras mentes y nuestras máquinas”.
Además, recuerda, la Tierra es un lugar maravilloso pero no es eterna. “Tarde o temprano tendremos que mirar hacia las estrellas”.