viernes
7 y 9
7 y 9
Todos tienen derecho a acceder al conocimiento construido para comprender el mundo, así como de beneficiarse de sus aplicaciones; pocos lo saben pero esta es un derecho de la humanidad.
La celebración este 2018 conmemora el 70 aniversario la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En concreto, el derecho a la ciencia, se recoge en el artículo 27 de la declaración. Pero ¿para qué sirve reconocer que todo el mundo tiene derecho a participar de los desarrollos científicos y a beneficiarse de ellos?
El pasado 10 de noviembre en la conmemoración del día mundial de la ciencia, la Asociación Americana de la Ciencia de Estados Unidos se reunión en una conversación digital con museos de ciencia e instituciones de Holanda, Sudáfrica, España, Inglaterra y Colombia con la participación del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Humboldt y el Parque Explora.
Algunos de ellos, como Margaret Weigers, subdirectora de la Asociación Sociológica Americana, estuvieron de acuerdo en que no solo es importante narrar la ciencia, sino ponerla en debate, conversarla. De acuerdo con Brigitte L. Baptiste, directora del Humboldt, bogotana que les ha dedicado su vida a la investigación de la ecología y la cultura, a pesar de ser considerada un derecho, tres asuntos complican su acceso: la gente necesita entender cómo se obtiene nuevo conocimiento; falta discutir las certezas y las incertidumbres de los avances científicos y tecnológicos; y se requiere una participación en la vida cultural que ayude a comprender la fragilidad del planeta.
Por su parte Andrés Roldán, director del Parque Explora, museo de Medellín reconocido por Colciencias como Centro de Ciencia, aseguró que el acceso a diversos tipos de conocimientos científicos ha sido la clave para transformaciones radicales que ha vivido la gente de zonas marginadas de la ciudad.
Cada vez hacer ciencia se torna más costoso. Sofisticados equipos y la dinámica de la publicación en reconocidos journals la encarece. Pero esto no tiene que ser así dice el biólogo Juan Felipe Zapata, fundador del colectivo Biohacking Colombia y quien también asistió a la conferencia digital.
“Por esto es fundamental saber que la ciencia es un derecho, así la podemos cuidar. Saberlo servirá para que agitar un debate sobre las maneras de mejorar el acceso a ella y de participar en cómo se regula”, dijo. Este colectivo es un ejemplo de cómo la ciudadanía se puede empoderar de los conocimientos científicos para solventar sus problemáticas. En sus reuniones se aprende a construir microscopios con material de bajo costo, por ejemplo. Una solución para instituciones escolares sin presupuesto para invertir en equipos.
La curiosidad debe bastar para espantar el miedo que en algunas ocasiones produce abordar nuevos conocimientos. Cuestionar la realidad es importante y lo que otros descubren en ese camino hace parte de un bien común.
Todos tienen derecho a acceder al conocimiento construido para comprender el mundo, así como de beneficiarse de sus aplicaciones; pocos lo saben pero esta es un derecho de la humanidad.
La celebración este 2018 conmemora el 70 aniversario la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En concreto, el derecho a la ciencia, se recoge en el artículo 27 de la declaración. Pero ¿para qué sirve reconocer que todo el mundo tiene derecho a participar de los desarrollos científicos y a beneficiarse de ellos?
El pasado 10 de noviembre en la conmemoración del día mundial de la ciencia, la Asociación Americana de la Ciencia de Estados Unidos se reunión en una conversación digital con museos e instituciones de distintos puntos geográficos del planeta para conversarlo. Entre ellos, museos de Holanda, Suramérica, España, Inglaterra y Colombia, con la participación del del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Humboldt y el Parque Explora de Medellín.
Margaret Weigers, subdirectora de la Asociación Sociológica Americana, fue una de las que estuvo de acuerdo en que no solo se debía contar la ciencia, sino ponerla en debate, conversarla. De acuerdo a Brigitte L. Baptiste, directora del Humboldt y una bogotana de ascendencia catalana que les ha dedicado su vida a la investigación de la ecología y la cultura, a pesar de ser considerada un derecho, tres asuntos complican su acceso: la gente necesita entender cómo se obtiene nuevo conocimiento; falta discutir las certezas y las incertidumbres de los avances científicos y tecnológicos; y se requiere una participación en la vida cultural que ayude a comprender la fragilidad del planeta.
Por su parte Andrés Roldán, director del Parque Explora, museo de Medellín reconocido por Colciencias como Centro de Ciencia, en virtud de su liderazgo nacional en el fomento de la apropiación social de la ciencia, la tecnología y la innovación, aseguró que el acceso a diversos tipos de conocimientos científicos ha sido la clave para transformaciones radicales que ha vivido personas que viven en zonas marginadas de la ciudad.
Acceso activo
Cada vez hacer ciencia se torna más costoso. Sofisticados equipos y la dinámica de la publicación en reconocidos Journals la encarece. Pero esto no tiene sentido dice el biólogo Juan Felipe Zapata, fundador del colectivo Biohacking Colombia y quien también asistió a la conferencia digital.
Lea aquí: Biohackers no hacen Frankensteins, sí ciencia en la calle
“Por esto es fundamental saber que la ciencia es un derecho, así la podemos cuidar. Saberlo servirá para que agitar un debate sobre las maneras de mejorar el acceso a ella y de participar en cómo se regula”, dijo. Este colectivo es un ejemplo de cómo la ciudadanía se puede empoderar de los conocimientos científicos para mejorar sus contextos y problemáticas. En sus reuniones se aprende a construir microscopios con material de bajo costo (desde 5.000 pesos colombianos), por ejemplo. Una solución para instituciones escolares sin presupuesto para invertir en equipos.
La ciencia debe hacer sentido, de nada vale invertir mucho dinero replicando experimentos de europeos o americanos, cuando su aplicación local es mínima y su inversión sería alta. “Mejor ser críticos a la hora de pedir en qué se invierta ese dinero y presionar porque se encamine a investigaciones que solucionen problemáticas locales”, puntualiza Zapata.
La curiosidad debe bastar para espantar el miedo que en algunas ocasiones produce abordar nuevos conocimientos. Cuestionar la realidad es importante y lo que otros descubren en ese camino hace parte de un bien común .