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Que a Juan Esteban se le hubiera ocurrido enviar un reloj a la estratosfera para medir variaciones en el tiempo, no es gratuito.
Su idea, que viajó a bordo de los globos Aurora enviados la semana pasada a más de 25 kilómetros de altura, demuestra su formación: no todos los niños conocen sobre la Teoría de la Relatividad
Este año cursó 4° grado en la Institución Educativa Kennedy, sede Minerva. Allí, con el apoyo del rector, la profesora Claudia Emilsen Vera desarrolla un semillero de Astronomía que ya da sus frutos.
La idea, dice, es mantenerlo hasta 5° con los mismos alumnos. El semillero surgió de su paso por el programa del Parque Explora para docentes.
Del semillero fueron escogidos los experimentos escolares enviados en los globos, entre un concurso abierto con otras instituciones.
Paula Andrea Betancur, con cierta timidez, dice que su proyecto fue el de la botella de agua: querían saber qué pasaba con su contenido. Si se evaporaba o se congelaba.
Dana, al proponer el envío de una manzana, quería comprobar también si sufría alguna transformación; se podría, se le pegaban bacterias, se congelaba o qué.
Los experimentos presentados partieron de iniciativas individuales o del trabajo en grupo que propuso la profesora Claudia Emilsen.
Las citas de dos horas los lunes, muestran resultados; niños inquietos por la ciencia, que no tragan entero y quieren saber más.
Por eso aprovechan el contenido de la maleta astronómica que les dio la Secretaría de Educación y ya saben usar las cartas y demás elementos, del lunario a los afiches del Sol y de la Luna, así como el reloj de sombra.
Cuando terminen su primaria, seguro los resultados en materias relacionadas con la Astronomía será mejores para estos entusiastas que, dicen, sueñan con visitar algún día la Nasa, tan entusiasmados se encuentran.
Otra apuesta educativa: la astronomía escolar para aprender y desarrollar ideas.