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La inteligencia de datos nos cambiará la vida

Los avances tecnológicos, las redes sociales y los dispositivos electrónicos han incrementado la cantidad de información disponible. ¿Qué se puede hacer con ella?

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La inteligencia de datos nos cambiará la vida
04 de mayo de 2016
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N icholas Felton sabe que en los primeros tres meses del 2014 visitó siete veces un restaurante de comida japonesa, que en ese periodo de tiempo el promedio de latidos de su corazón fue de 57 por minuto (seis más que el trimestre anterior), que la temperatura media de los lugares en los que estuvo fue de 2° Celsius y que tomó 685 fotos, 22 fueron a dar a Instagram.

Felton es un enfermo de los datos. Durante diez años (del 2004 al 2014) este “diseñador de información” recopiló de forma sistemática cuanto dato podía ocurrírsele sobre su vida, y los presentó cada año como un reporte que resumía su vida en cifras. Los ejemplos son muchos. Por mencionar uno, en el 2012 Felton documentó haber consumido 2.285 bebidas: 287 de ellas tenían cafeína, 435 alcohol y una de ellas fue una soda.

Sus registros están apoyados por la tecnología: usó dispositivos y relojes inteligentes, aplicaciones, programas, redes sociales y plataformas web. Felton lo hizo a propósito, pero a diario grandes volúmenes de información de nuestras vidas son registrados, archivados y, más importante aún, cruzados de diferentes formas para producir nueva información. Esto, repetido numerosas veces y con volúmenes de datos casi inconcebibles, constituye la inteligencia de datos, un tema al que áreas tan diversas como la salud, la educación, el periodismo o las ventas apuntan, y que señalan como algo que cambiará el futuro.

La big data

Los macrodatos se refieren a volúmenes de información tan grandes o complejos que no pueden ser procesados por métodos habituales. Son factores claves la velocidad (periódica, en tiempo real), variedad (datos, fotos, videos, redes sociales) y volumen (Amazon habla de “petabytes” de información. Ver recuadro) de estos datos.

Para aterrizar esta explicación, imagine que la información pública de sus redes sociales (fotos, videos, comentarios, trinos, estados) se suma a la que, a diario, registran los dispositivos tecnológicos que usa (búsquedas en internet, ubicación por GPS), y que todo eso va a parar, junto a la de otros cientos, miles o millones de personas, al mismo lugar, una gran base de datos que tiene un tamaño casi incomprensible: se estima que a diario se publican 350 millones de fotos en Facebook. Eso, sumado a todo lo demás.

Piense que cadenas como Walmart realizan y registran hasta un millón de transacciones por hora, y luego desean comparar eso con la información de sus clientes para mejorar algún aspecto de sus ventas. “No existe un área de negocios hoy que no pueda ser afectada positivamente por eso”, afirma Juan Pablo Consuegra, director de mercadeo y operaciones de negocio de Microsoft Colombia.

El tema es tendencia en el mundo y es posible ahora por dos motivos. El gráfico adjunto evidencia el primero de ellos, donde la capacidad de almacenamiento de los dispositivos tecnológicos ha crecido exponencialmente a través de los años y su precio ha disminuido de igual manera.

El segundo motivo es que los dispositivos que producen datos (de celulares a registros biométricos para votar) aumentan en número. En el 2010, el medio especializado The Economist aseveró que la cantidad de información digital disponible se multiplicaba por diez cada cinco años.

¿Para qué un mar de datos?

La clave no es la cantidad de información sino qué se hace con ella.

Iván Mantilla, subdirector TIC del Departamento Nacional de Planeación (DNP), explica que, por ejemplo, para analizar un tema como la movilidad en Bogotá se puede cruzar información tan variada como la ubicación de GPS de los celulares con las mediciones medioambientales de un sector, las cifras de entrada a lugares como centros comerciales y los comentarios en redes sociales de las personas.

“Esto permite una mejor comprensión de los problemas, y una visión holística, que puede ayudar a tomar decisiones mejores y más precisas”.

A modo de ejemplo pone a Corea del Sur, donde se implementó un sistema que coteja información de bases de datos públicas y privadas con asuntos como los hábitos de consumo de la gente, la movilidad y hasta el clima, y se logró “un modelo predictivo que con 90 por ciento de probabilidad de acierto puede decirle que si no modifica sus hábitos sufrirá de hipertensión o diabetes, y que evita así costos en salud de hasta 50 por ciento para el gobierno coreano”.

En el país el DNP adelanta estrategias para implementar la inteligencia de datos en la toma de decisiones y en las prácticas de las diferentes entidades. “Con eso podremos analizar de manera cruzada el impacto de políticas públicas”, dice Mantilla.

En Estados Unidos, la compañía SAS desarrolló un proyecto que examinaba información de los millones de recorridos que la empresa de mensajería UPS realizaba a diario. El resultado de su análisis fue un plan que disminuyó la cantidad de millas recorridas por los transportadores en 85 millones diarias.

En Colombia, Consuegra destaca el caso de la empresa GS1, que trabaja con bases de datos de más de mil millones de filas de información. “Mezclar asuntos como el internet de las cosas, los macrodatos y el análisis a gran escala ayuda a las empresas a tomar decisiones sustentadas en datos. También, proyectar esta información ayuda a adelantarse a los cambios en el mercado”, agrega.

La inteligencia de datos no se queda en lo gubernamental o empresarial. Un caso reciente es de la investigación de los papeles de Panamá, donde un grupo internacional de periodistas analizó más de 11.5 millones de documentos y sus contenidos fueron cotejados con bases de datos de diversos tipos hasta dar con los ofensores fiscales.

“La información representa parte de nuestra identidad, y constantemente se manipula, intercambia o usa en nuestra contra”, comenta Felton sobre su proyecto, que invita a reflexionar sobre la era de la información digital. Palabras singulares de un hombre que divulga cuántas tazas de café se toma al año, con quién y de qué hablan.

60 %
cada año es la tasa a la que se estima aumenta la información disponible en Internet, según The Economist.
Infográfico

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