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Cuando su auto le habla

Aunque no utilicen la voz, los vehículos tienen maneras de indicarle que algo no está bien. Escúchelos.

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20 de enero de 2018
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Por allá en los años 80, los carros comenzaron a “hablar”. Algunos modelos venían con mensajes que invitaban a utilizar el cinturón de seguridad, advertían algunos fallos preestablecidos o le recordaban al conductor los intervalos de servicio y mantenimiento. Ya en este siglo, es posible darle “órdenes” a los automóviles, como manejar el sistema de audio y la telefonía, entre otras opciones.

Aún no hemos llegado al momento en el que un carro nos diga con su voz qué es lo que lo aqueja o por qué puede estar fallando. Para eso existen una serie de testigos y señales a las que hay que atender cuando se manifiestan. Hablan a través de su tablero, con luces o incluso mensajes de texto.

El lenguaje de los colores

En los tableros usuales de un vehículo se encuentran luces de cuatro colores: rojas, amarillas, azules y verdes y ahí radica el nivel de importancia que tenga la situación o la avería. Los principales y a los que hay que ponerles mayor atención son los rojos y amarillos, que según las convenciones internacionales indican “peligro” y “advertencia”.

Ojo al rojo

Es el más urgente. Implica que hay una falla que amerita la detención completa del vehículo y su revisión in situ. Los testigos que suelen encenderse con esta luz son, por ejemplo, los de temperatura del motor, la presión de aceite, la carga de la batería, el indicador de uso de los cinturones de seguridad, de funcionamiento de los airbags, el sistema de frenos y la caja de cambios automática (en los carros que la tienen), entre otros

¿Qué hacer? En casi todos los casos, hay que detener el auto en una zona segura y revisar, sea por qué está alta la temperatura, si hay que aplicar más refrigerante o hay una fuga. “Estas revisiones deben hacerse con el motor frío. Lo mejor es esperar un rato antes de destapar para evitar quemaduras por el líquido que puede salir a presión”, indica el mecánico Uriel Cardona.

Si el aceite está bajo, se está perdiendo por algún sello o la bomba funciona deficientemente, recuerde que este es la sangre del motor y circular con poca cantidad de este líquido es arriesgar la vida del propulsor.

Si los íconos de la carga de la batería, el sistema de frenos o los airbags permanecen encendidos después de iniciar la marcha, algo falla. Puede que el carro funcione, pero hay que revisar cuanto antes.

La amenaza amarilla

Son advertencias que no implican que hay que parar o llamar a una grúa, pero si se encienden es por algo y hay que prestarles atención.

Por ejemplo, el indicador de la reserva del combustible se enciende en amarillo, lo cual indica que el auto puede avanzar, pero nos queda poca gasolina y debemos repostar a la mayor brevedad.

Tampoco es bueno rodar así mucho tiempo. “Hay gente que se acostumbra a dejar llegar el tanque a su límite por lo bajo y eso no es muy recomendable, pues la bomba de combustible puede succionar impurezas del fondo del recipiente que pueden taponar los inyectores y los filtros y causar fallos que impidan la marcha”, indica Carlos Blanco, gerente de un taller multimarca.

En los automóviles más modernos y de gamas superiores existe un testigo de presión de neumáticos, que monitorea el aire de las llantas. Cuando esto suceda, hay que buscar una estación de servicio y completar el inflado. Si no sabe cuántas libras de presión debe aplicar, suele existir un adhesivo en el borde inferior de la puerta del conductor con las tablas que lo explican.

Uno de los testigos que causa mayor susto entre los conductores es el del Check Engine, que suele encenderse con mucha facilidad y por múltiples causas. Lo mejor es llevarlo a un centro de diagnóstico para que a través de un servicio de scanner detecten la falla.

“Tampoco hay que acostumbrarse a dejar ese testigo encendido. Así nunca el carro se vare, algo está defectuoso y hay que actuar, aunque algunas veces, puede ser un mal contacto del propio sensor que lo activa y sea una falsa alarma, pero nunca sobra revisar”, sigue Carlos.

Los carros que tienen sistema de frenos antibloqueo (ABS) y control de estabilidad tienen una luz que indica que puede haber una falla en su funcionamiento. Lo mejor es acudir al scanner.

Testigos sonoros

Otra forma que tiene el carro. Una serie de sonidos que actúan cuando se ha olvidado algo al momento de descender o subir al vehículo, como la alerta de las luces encendidas.

Hay una alarma que avisa si dejamos las llaves puestas, si una puerta quedó mal cerrada o si vamos a emprender el viaje y un pasajero no se ajustó el cinturón de seguridad. “Nunca, por ningún motivo, desconecte estas alarmas así le parezca muy fastidioso. Preste atención para que su carro no lo tenga que regañar”, comenta Uriel.

Mensajes directos

Hay fallos que pueden prevenirse, como casi todos, con atender una sintomatología específica al notar que el auto cambia su comportamiento y adquiere un funcionamiento errático. Es aquí cuando nos damos cuenta de que el auto está enfermo.

Por ejemplo, cuando en el rodaje normal notamos que la dirección vibra y la carrocería se mueve más de lo deseado, ese es un indicador inequívoco de que algo pasa con las llantas. Lo mismo sucede cuando el vehículo no puede conservar la línea recta por sí mismo. Desgaste de los cauchos, una llanta deforme, un rin golpeado, desbalanceo o desalineación suelen ser los diagnósticos más comunes. El carro avisa.

Si al frenar hay ruidos, ojo. El auto nos avisa que ya no le es tan fácil detener la marcha y es mejor revisar el sistema. Los discos, las mordazas y las pastas anuncian que ya cumplieron su vida útil y que es mejor remplazarlas para no afectar la seguridad a bordo. “Recuerde que es muy gratificante que el carro ande rico y que corra, pero más chévere es que frene, y que frene bien”, aconseja el experto Carlos Blanco.

Si ya el automóvil no enciende con la misma alegría todas las mañana, y por el contrario, hay que “rogarle”, tal vez la vida útil de la batería y/o el alternador están llegando a su fin. Una batería dura entre dos y tres años funcionando bien hasta que su carga comienza a afectarse. Mejor dicho, ya no es la misma de antes. Es ahí donde hay que pensar en un cambio antes de que un mal día lo deje “tirado” cuando más necesite desplazarse.

La suspensión es experta en “quejarse” y así avisar cuando algo va mal, pues es la encargada de filtrar las imperfecciones del camino y que estas no afecten el bienestar en la cabina, por lo tanto, sufre el mayor desgaste porque está compuesta, en su mayoría, por piezas móviles. Entonces, cuando comienzan los crujidos, golpeteos, chirridos, ruidos metálicos o el carro cae muy “duro” en los baches y ya no tiene la misma sensación de suavidad, es hora de revisar el sistema y mirar el estado de cauchos, soportes, amortiguadores, espirales, rótulas, barras y demás componentes.

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