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Resistencia a los antibióticos se siente en Medellín

El abuso trae consecuencias negativas; acá identifican nuevos mecanismos de resistencia.

  • ilustración Elena ospina
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    Elena ospina
11 de septiembre de 2016
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En 2013 la resistencia de la bacteria Klebsiella pneumoniae a antibióticos de última generación como imipenem y peropenem era cercana al 10 % y a 2015 estuvo alrededor del 20 %.

El dato del grupo Germen no es de otro país sino de la ciudad. Esa bacteria, como varias más, es común en las salas de cuidados intensivos y hospitales en Medellín.

A mayor resistencia, el paciente queda con menos recursos para luchar contra la infección y salvarse, siendo más costoso cada día.

El problema es mundial, como lo mostró la Organización Mundial de la Salud, y Medellín parece ofrecer una condición particular: acá se han aislado bacterias portando nuevos mecanismos de resistencia, explica Judy Natalia Jiménez Quiceno, profesora de la Escuela de Microbiología de la Universidad de Antioquia, quien con su grupo de investigación Microba ha comenzado a estudiar la problemática mediante biología molecular.

Ha habido bacterias resistentes con mecanismos que por primera vez se presentaron al mundo desde Medellín, “por ejemplo aquí se reportó el primer caso a nivel mundial de Pseudomonas aeruginosa portando un mecanismo de resistencia denominado KPC, que es muy importante. Así mismo en la ciudad se reportó el primer caso latinoamericano de Klebsiella pneumoniae portadora de KPC2.

La investigadora dice que los estudios “nos han permitido encontrar clones resistentes a carbapenémicos reportados por primera vez a nivel mundial, es decir, son nuevos clones que antes no se habían reportado en otros lugares del mundo”.

La región parece propicia para que algunas bacterias desarrollen mecanismos de resistencia y aunque no se sabe porqué el abuso con los antibióticos podría ser una de las respuestas.

“Medellín tiene unas condiciones particulares para la resistencia, diferente a otras ciudades”, afirma la docente.

En el mundo

La situación preocupa. El Estado de los Antibióticos en el Mundo 2015, recuerda que infecciones que una vez eran tratables se han vuelto difíciles de curar, aumentando costos hospitalarios y la mortalidad de los pacientes crece, con costos tanto para el individuo como para la sociedad.

“El decrecimiento en la efectividad de los antibióticos ha pasado de ser un problema menor a una amenaza amplia, independiente de los ingresos del país o de la sofisticación de su sistema de salud. Muchos patógenos son resistentes a más de un antibiótico y los nuevos de última generación son caros, fuera del alcance de quienes los necesitan.

Para Jiménez Quiceno, se trata de lanzar una voz de alarma sin querer crear pánico.

“Falta conciencia del personal médico para manejar los antibióticos. El médico general no tiene conocimiento. Es común que mande lo más fuerte para aliviar y no se necesita, no prueba con lo de base, es una escala, dejar los de amplio espectro para las más resistentes, se va de una al más potente”.

El informe mundial cita dos tendencias que contribuyen al aumento en el consumo de estas medicinas. Primero, por mayores ingresos se tiene más acceso. Eso salva vidas pero al aumentar su uso, apropiado o no, se genera resistencia. Segundo, la creciente demanda de proteína animal y el aumento en la producción de alimento para animales está llevando a un gran uso de antibióticos en agricultura, generando igualmente resistencia.

La profesional de la Universidad de Antioquia afirma que en veterinaria se usa mucho antibiótico sin necesidad, en las mascotas, en la producción ganadera y avícola, una situación que se controla ya en Europa, no acá.

En 2010, los animales recibieron en todo el mundo 63.200 toneladas de antibióticos, tal vez más que el consumo humano, estimándose que serán 105.000 a 2030 para satisfacer las necesidades de 8.500 millones de personas.

El consumo

Las cifras son contundentes: El informe mundial revela que entre 2000 y 2010 el consumo global de antibióticos creció más de 30 %, de cerca de 50.000 millones de unidades a 70.000 millones, según datos de 71 países, incluyendo aquellos más poblados.

El consumo per cápita es en general más alto en países de ingresos mayores, “pero el gran incremento en el uso de antibióticos entre 2000 y 2010 se produjo en países de ingresos bajos y medios, donde su uso sigue al alza”.

Una demanda alta, en particular para tratar niños con sepsis potencialmente fatal y con neumonía, que en 2013 fue responsable de cerca de 935.000 muertes de niños, la mayoría de los cuales no habrían muerto si hubieran recibido un tratamiento efectivo con antibióticos.

En la mayor parte de los países cerca del 20 % de estos medicamentos son usados en hospitales y centros asistenciales y el 80 % en la comunidad, sean prescritos por profesionales de la salud o consumidos por las personas sin orden médica.

Se considera que cerca de la mitad del uso comunitario es inapropiado, por ejemplo para resfriados por virus que no se beneficiarán con el tratamiento, sumando a las causas que crean resistencia.

Los antibióticos están entre las medicinas más vendidos en nuestras farmacias, relata Judy Natalia.

Ese manejo inadecuado y el consumo exagerado se traduce en bacterias más resistentes, mayor mortalidad, más estancia hospitalaria, más costos y mayor posibilidad de transmisión, dice la profesora.

Los Centros de Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos estiman que la resistencia a los antibióticos es responsable de más de 2 millones de infecciones cada año y de 23.000 muertes.

Jiménez Quiceno informa que “en algunas bacterias en particular como SARM (Staphylococcus aureus resistentes a meticilina) se ha calculado que la mortalidad es 64 % más alta que en pacientes infectados por Staphylococcus aureus no resistente.

Esta bacteria se encuentra en nuestro medio, pero no es la única. También figuran entre nuestros habitantes Escherichia coli productora de betalactamasas, Klebsiella pneumoniae, Enterobacter cloacae y Pseudomonas aeruginosa resistente a carbapenémicos, Streptococccus pneumoniae resistente a penicilina, Mycobacterium tuberculosis resistente. Una presencia que no es uniforme sino que varía de un hospital a otro y cambia con el tiempo. Cada institución maneja sus propias políticas sobre antibióticos.

El estudio de lo que sucede en ellos apenas comienza con el modelo de epidemiología molecular, pero se requieren más recursos.

No es sencillo. Luis Felipe Higuita Gutiérrez, investigador del grupo, explica que hay condiciones únicas, como el turismo de salud que se da en Medellín. Con él pueden llegar bacterias nuevas resistentes, como ya sucedió en el caso de un ciudadano israelí al que se le realizó un trasplante.

Trajo una Klebsiella pneumoniae resistente a carbapenémicos, que se diseminó mucho, agrega la profesora.

Ese mecanismo de resistencia pasó a Pseudomona y se hizo resistente. “Es una bacteria nuestra”.

A los pacientes extranjeros que vayan a ser hospitalizados o personas con factores de riesgo que favorezcan la presencia de bacterias resistentes se les debe hacer un tamizaje con pruebas específicas.

Por fuera de los hospitales, en la comunidad, se pueden adquirir esas bacterias resistentes por contacto con personas o animales colonizados, por contacto mano-boca en la transmisión de bacterias resistentes de origen fecal o por el consumo de agua y alimentos contaminados.

Si estas bacterias están llegando en el agua que tomamos es otra inquietud y apenas se inicia un estudio. El tratamiento en las plantas no incluye esos análisis.

Acciones

Pintado el panorama, es la hora de las acciones para disminuir el riesgo.

“Faltan medidas y más conciencia sobre el uso racional de los antibióticos”, sugiere la investigadora.

Se necesita tratar bien a los pacientes en los procedimientos médicos, por ejemplo se sabe que hay mucha infección por cirugías estéticas en lugares inadecuados y son severas.

La regulación es básica y para comenzar debería prohibirse la venta libre de antibióticos, que debe circunscribirse a las fórmulas médicas, una acción que podría acometer el Concejo de la ciudad. En Bogotá, recuerda, existe un Acuerdo sobre el tema.

La científica se duele que cada día hay menos dinero para investigar y el tema no es prioridad. “Las bacterias son dinámicas, en cinco años cambian, no se puede dejar de hacer seguimiento”.

Sin apoyo será peor, porque “no conoceremos a qué nos vamos a enfrentar”. Una situación en la que incide la crisis del sector de la salud que resta recursos para investigar.

Para Higuita Gutiérrez las “infecciones más resistentes están empezando, en 10 o 20 años las bacterias sensibles hoy (a los medicamentos) serán más resistentes. Hay que evitar ese escenario interviniendo desde ahora”.

Un asunto que pide acciones prontas y adecuadas. Como dice el docente “nos estamos consumiendo el arsenal de antibióticos, que son como recursos no renovables”.

Una lucha que no puede dejarse para después.

fue la resistencia del S. aureus a la meticilina en los hospitales de Latinoamérica, en el año 2013
del consumo global de antibióticos son penicilinas y cefalosporinas según datos a 2010, un consumo en alza.

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