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Psicólogos de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill reconstruyeron un retrato de Dios basado en una encuesta de 511 cristianos estadounidenses. Según el estudio, el aspecto físico de Dios está muy lejos de cómo la cultura popular lo ha representado.
“Desde Miguel Ángel hasta Monty Python, las ilustraciones populares han mostrado consistentemente a Dios como un viejo y augusto hombre caucásico (blanco) con barba blanca”, escribieron los investigadores en el estudio.
330 hombres y 181 mujeres, 26 por ciento negros y 74 por ciento blancos conformaron la encuesta. Los participantes debían elegir entre cientos de pares de rostros que eran mostrados aleatoriamente. Al combinar las caras seleccionadas los científicos armaron una “cara de Dios” que simulaba el imaginario de cada voluntario.
Según la investigación, las imágenes seleccionadas también reflejaron las tendencias políticas de los participantes. Mentalidades más conservadoras eligieron rostros blancos con rasgos fuertes, mientras que los más liberales eligieron caras más femeninas y jóvenes.
“La tendencia de la gente a creer en un Dios que se parece a ellos es consistente con un sesgo egocéntrico”, explica el profesor Kurt Gray, autor principal del estudio y profesor de psicología en la Facultad de Artes y Ciencias en Chapel Hill. “La gente a menudo proyecta sus creencias y rasgos sobre los demás, y nuestro estudio muestra que la apariencia de Dios no es diferente: las personas creen en un Dios que no solo piensa como ellas, sino que también se parece a ellas”.
El aspecto físico
Esta fue, de hecho, una de las principales conclusiones: la percepción de las personas está relacionada con sus características demográficas. Por ejemplo, los más jóvenes se identificaron con un Dios más joven, mientras que los afroamericanos imaginaron a un ser supremo más oscuro.
Aunque los participantes adaptaron la imagen del Creador según sus necesidades y similitudes, el estudio encontró curiosamente que, hombres y mujeres, coincidían en un Dios masculino.
Los investigadores escribieron, finalmente, que no existe una sola idea o imagen del aspecto físico de un ser supremo, incluso dentro de una misma creencia.