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El éxito o el fracaso que una persona pueda tener en su vida no es cuestión de suerte, ni de jugadas del destino, o cosas de un dios (en el que cada quien crea) que tiene un plan determinado.
Alcanzar logros o decepciones responde más a una forma de enfrentar los retos y asumir responsabilidades por las cosas que no salen como se esperan.
Para la comunicadora social y experta en temas de coaching, Sandra Mateus, no existe una definición única de éxito. Depende del objetivo que una persona se haya trazado: tener un buen trabajo, formar una familia sólida, tener un matrimonio estable, entre otros aspectos, “aunque se tiene el patrón social de que el éxito es que te vaya bien en todo”, dice.
Sin embargo, esta posición, señala el sicólogo clínico Juan Carlos Posada, no pasa de ser una utopía, porque el éxito exige un sacrificio de metas, “no se puede ser exitoso en todo”, se puede buscar en lo posible un equilibrio pero quien busca ser exitoso en algo debe entender que deberá hacer sacrificios en otros aspectos de su vida. “El éxito no puede ser integral”.
En lo que coinciden ambos especialistas es que uno de los factores comunes en quienes logran éxito en sus actividades es que tienen claro qué es lo que quieren. “Se trazan caminos”, señala Sandra; “Poseen un objetivo entre ceja y ceja. Saben lo que desean, cuándo lo quieren lograr y cómo lo van a desarrollar”, apunta Juan Carlos. Y para ello es clave la disciplina con todo lo que implica: horarios, tiempos, comportamiento...
Sandra Mateus explica que otra de las razones que pueden diferenciar a una persona que se destaca en las actividades que se plantea frente a quien no lo hace, es que el primero siempre se hace responsable de sus resultados. “Quien no lo hace siempre está buscando una explicación por fuera. En el coaching, el primero es un protagonista y el otro siempre está en posición de víctima”.
Otro factor clave para entender por qué una persona puede considerarse exitosa es su capacidad de resiliencia. “Este ser tiene claro su objetivo y traza caminos; pero puede parar y ver qué está funcionando y qué no y decidir nuevamente si el objetivo que se trazó realmente se cumple o se encuentra enmarcado en las expectativas iniciales, o también la capacidad de renunciar a esa meta, y aprender de este hecho para construir un nuevo objetivo”.
El tono es clave
Una de las claves que para Sandra Mateus son definitivas al buscar tener resultados positivos en una actividad, está en la forma cómo las personas se expresan. “El lenguaje a la hora de hablar de sí mismo, o de lo que se está haciendo es importante. Si todo el tiempo me digo que soy un inútil o un torpe, no me arriesgaré a intentar nada. Al decirnos cosas así nos inhabilitamos a la acción”, y concluye que la persona exitosa siempre tiene una expresión generosa hacia ella y los demás.
Pero mucho de lo que construye a una persona exitosa viene también de una herencia, lo que los padres les legan a los hijos. “En los primeros 6 a 7 años podemos heredar de ellos un lenguaje limitante o no, unas creencias y una forma de ver la vida”. Pero también hay una oportunidad de evaluar esa herencia, un poco más en la adolescencia y la preadultez, y ver si eso que se ha heredado sirve o si no entonces cambiarlo. .