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Juan Pablo Correa tiene cara de niño, pero personalidad de un adulto serio y maduro. Mira a los ojos y habla claro y contundente. A sus 21 años, tiene la profesión de torero tatuada en su cuerpo. Y aunque aún no se “gradúa” como matador de toros, está haciendo una carrera dura y con mucho esfuerzo desde hace cuatro años en España, donde entrena mucho, torea menos de lo deseado y persevera en pos del sueño de ser figura del toreo.
Juan Pablo, del barrio Castilla, tiene esta tarde en Medellín el gran compromiso de su vida. “Se encerrará”, como se dice en el argot taurino, con seis toros en el ruedo de La Macarena, donde ya actuó como novillero dejando gratos recuerdos entre seguidores y expertos. Pero no es su primer gran examen. El año pasado toreó en la Plaza de Toros Las Ventas de Madrid, donde cortó una oreja (tarea compleja en ese rigor de la catedral del toreo) y lo más importante más allá que la simple estadística, despertó buenos comentarios de los radicales aficionados españoles.
Juan de Castilla tiene los pies bien clavados en el piso, tanto en el ruedo, donde es imperativo, como en su vida, que tiene una meta clara: ser torero y de los buenos. Su convicción y la absoluta certeza de estar haciendo lo que más le gusta, son las bases que lo ayudan a superar las adversidades: ser torero en un momento donde la fiesta brava recibe ataques de muchos flancos y donde las oportunidades son escasas.
¿Cómo se siente a pocas horas del compromiso?
“Me siento muy bien. Es una responsabilidad muy grande y la he pensado mucho, la he meditado bastante. Todos mis actos, todas mis acciones, todo mi entrenamiento ha sido muy calculado. Milímetro por milímetro. Segundo por segundo. No nos hemos querido exceder en nada, cada cosa la hemos hecho con mucha conciencia. Y se tienen que ver los resultados en la plaza. También reconozco que no he toreado mucho, como quisiera. Pero las ganas y la decisión lo pueden todo”.
¿Sirven para este compromiso sus cuatro años en España?
“Cuatro años en España se notan bastante. Me han pasado cosas muy buenas y muy malas. Las buenas se quedan ahí, pero las malas hay que trabajarlas, hay que corregirlas. Son cosas que ayudan a madurar como torero y como persona”.
¿Para torear seis toros, hay que preparar más el cuerpo o la mente?
“La mente la tengo muy bien. Me siento muy tranquilo, muy limpio. Con las ideas muy claras. Matar seis toros exige una gran preparación, de cuerpo y mente. Hemos hecho un trabajo muy fuerte, con mis preparadores físicos y con el maestro José Fernando que se encargan de enseñarme día a día y de corregirme y de prepararme en todas las formas”.
¿Hay un plan de faenas para esta tarde?
“Ninguno. El toreo es improvisación. No se pueden planear las faenas porque llega el toro y lo descompone. Lo que uno sí tiene que estar es preparado para enfrentar cualquier tipo de toro. Tener las facultades físicas intactas y la técnica necesaria. Uno en la mente tiene una serie de gustos y de deseos, por ejemplo una gran variedad de quites para divertir al público”.
¿Qué clase de torero es Juan de Castilla?
“Yo soy un torero clásico, que ante las dificultades siempre está en pie de guerra. No me vengo abajo. Si el toro tiene dificultades, yo de la mejor manera lo voy a poner todo y lo voy a dar todo y voy a salir dispuesto a enfrentar todo lo que venga. Tengo muchos defectos, en los que trabajo todos los días para superarlos”.
¿Qué son los toros para Juan de Castilla?
“Los toros no son una goma para mí. Estoy dedicado 100% a esto. Estoy entregado en cuerpo y alma, esta es mi profesión y esta es mi vida. Mi vida no gira en torno a lo personal, mi vida gira en torno a lo taurino. Todo lo que yo hago está relacionado con los toros y mi vida se acopla al toro, no los toros se acoplan a mi vida. El toro es lo que me mueve, lo que me motiva a despertarme todos los días. Lo que me motiva a seguir trabajando, si tengo dolor aguantármelo, si estoy sufriendo superarlo, si estoy feliz disfrutarlo”.
¿Y el barrio Castilla?
El barrio es dónde nací y uno quiere el lugar dónde nace. Tengo muchos amigos allí. Pero el toro me ha cambiado la vida. Todo el mundo conoce mi barrio, la gente sabe cómo son las cosas allá. El toro me orientó, me sacó de posibles malos caminos. Mis padres fueron muy dedicados conmigo y me señalaron el mejor camino, pero era muy fácil que cogiera otros caminos y el toro me dio una mano y me dijo: este es tu camino, aprovéchalo”.
Usted quiere ser torero en pleno auge del antitaurinismo. ¿Cómo enfrenarlo?
“Con la verdad y con la convicción de quienes amamos esta fiesta. Nadie en sus cabales quiere hacer sufrir a un animal. Nosotros, que entendemos la tauromaquia, sabemos que esto es un proceso y que las cosas se dan de acuerdo a una tradición milenaria y a unas circunstancias llenas de sentido y cuidado. Lo antitaurinos ni siquiera van a la plaza”.
¿Va a ir mucha gente del barrio (Castilla) a La
Macarena?
“No va a ir tanta gente como quisiera. La gente de mi barrio es pobre y las entradas a los toros son muy costosas. Hemos diseñado unos planes para llevar unos grupos de niños y jóvenes que me van a acompañar. Les pido que pinten algo taurino y a cambio voy a entregar algunas boletas. Pero lo más importante no es el número. Es que va a ir la gente que me ha visto, gente que me conoce, gente que sabe que yo no soy un bárbaro. Que soy una persona que ama lo que hace y que está dispuesta a morir por ello”.