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Lo ha tomado con gracia aunque se nota que la recomendación no le gustó. Tiene 61 años y ha pasado 40 de su vida trabajando intensamente. Que si los discos, las giras, los libros y además los escándalos, la vida desenfrenada, el ejercicio al límite y la disciplina. Ella es Madonna y lo que no le gusta es estar quieta, a pesar de que debe parar porque experimenta fuertes dolores en su cuerpo que la obligan a hacer nada.
“Me han dicho muy claramente que si voy a continuar con mi gira debo descansar lo máximo posible para no causar un daño irreversible. Nunca permití que una lesión me impidiera actuar, pero esta vez tengo que aceptar que no es ninguna vergüenza ser humana y tengo que presionar el botón de pausa”, dijo en su cuenta de Instagram el fin de semana de Navidad cuando contó que subir al escenario en que se encontraba (Miami) fue todo un tormento (le dolía el cuerpo) y que a medida que cantaba, rezaba para que pudiera terminar el espectáculo.
Qué tiene Madonna, es un misterio. Lo único claro es que debe cuidarse.
El psicólogo clínico y profesor de la Institución Universitaria de Envigado, Fredy Romero Guzmán, explica que desde una mirada terapéutica hacer nada es descansar. Y en ese sentido serán sinónimos en este artículo. “Se ha aplicado para las personas que trabajan de más, llevan carga laboral para la casa. Eso genera problemas familiares o de pareja, altos niveles de estrés. Son personas que no saben descansar, recargar el cuerpo humano con buenas actividades de sueño y una excelente alimentación”.
Juan Carlos Posada Mejía, psicólogo clínico de la Universidad San Buenaventura y escritor en el Blog de EL COLOMBIANO Yo creo que, comenta que fácilmente lo que le pasó a Madonna pudo ser uno de los males contemporáneos de los que más se habló en 2019: el burnout o desgaste laboral.
“El término en inglés es como decirle a una persona que se quemó y la terapia indicada es quedarse quieto, mental y físicamente hablando, que es lo que los médicos le están mandando a hacer a Madonna”.
Ese tema lo definió la Organización Mundial de la Salud como “un síndrome conceptualizado como resultado de estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito. Se refiere específicamente a los fenómenos en el contexto laboral y no debe aplicarse para describir experiencias en otras áreas de la vida”, aclaran.
El psicólogo Posada Mejía añade que además de ese desgaste laboral hay varios tipos de cansancios que se pueden aplicar en otros ámbitos, “físicos, mentales y emocionales”. Y en todos los casos hay que aprender a descansar para generar un balance en la vida diaria, “porque en ocasiones llegamos más cansados de los días libres. Hay gente que necesita vacaciones de las vacaciones”, precisa.
Para Daniel López, psicólogo organizacional, muy posiblemente la razón por la que a las personas les cuesta hacer nada o aprender a descansar tiene mucho que ver con la construcción y el imaginario que han elaborado alrededor de la productividad. “No es un misterio que esta sociedad contemporánea nos exige constantemente estar creando, produciendo, usufructuando nuestro tiempo de alguna manera”.
Por eso no es raro que cuando se percibe que no se está respondiendo a esa demanda haya culpa o menosprecio de las capacidades, “es como si sintiéramos, y se ha estudiado desde diferentes ángulos, que no estar produciendo es un desperdicio de nuestra propia capacidad”.
Justo en 2017, cuando se puso de moda el término nesting (quedarse en casa y descansar haciendo nada), se publicó la investigación El descanso no es ociosidad, en la revista Perspectives on Psychological Science. En esta se indicó que la mayoría de personas ven el hacer nada como un tiempo perdido. Se sienten poco productivas.
Ahí Posada Mejía trae a colación el tema cultural en el país y el recuerdo de esas frases de madres, padres, abuelas y abuelos que a algunos, seguro, les dijeron cuando eran niños, “está muy desocupado, venga le pongo oficio”. No soportaban que se hiciera nada.
El descanso y las actividades habituales de cada ser humano deben coexistir en equilibrio. Eso lo explicó el médico Srini Pillay en un artículo en Harvard Business Review en el que describió cómo el cerebro funciona de manera impecable cuando el ser humano alterna actividad e inactividad. “Ello permite desarrollar resiliencia, mejorar la creatividad y tomar mejores decisiones”.
Para un ser humano, acostumbrado a estar ocupado (como Madonna), el “descanso obligado” puede ser un suplicio. “Si voy a descansar al menos puedo hacerlo con estilo”, escribió la cantante en otro post de su cuenta de Instagram.
López reitera que cada persona debería preguntarse más sobre la importancia del descanso real, “ese integral en una sociedad en la que detenerse para equilibrarnos y regularnos es indispensable”.
Un buen reposo no significa planear unas vacaciones maratónicas. “Hay gente que piensa que tiene que conocer lo que más pueda, hacer varios parques por día, caminar hasta el cansancio. La gente busca aprovechar el tiempo hasta el último minuto porque además hay planes costosos”, comenta Posada Mejía.
La idea es combinar un paseo que tenga descanso, visitar atractivos y que no sea agotador. El especialista indica además que el verdadero descanso es “dejar de hacer por un rato lo que me tiene cansado y hacer lo contrario”, y es algo que incluso se puede aplicar durante el día normal.
Entonces si está “mamado” de trabajar en la oficina, no lleve papeles de su oficio a la casa, por ejemplo. Posada Mejía indica que es importante que los descansos, en momentos que no sean vacacionales, sean de corta duración para que sean más efectivos y ahí se aplica la ley del 3 x 1 (ver claves).
Para el psicólogo organizacional, el verdadero reposo se identifica cuando se es consciente de él. “Resulta muy usual que pasar horas viendo televisión, revisando el celular o estar distraídos lo atribuimos o equiparamos a descansar, pero el real, como bienestar, debería estar acompañado de una acto de consciencia, de presencia. Una noción clara de la temporalidad y el espacio que ocupo, una reconexión con el entorno y conmigo mismo, distinto a la distracción”.
El profesional indica que debería surgir en una serena calma que permita a la mente el ocio como la posibilidad de reconectarse con el cuerpo, con las ideas y pensamientos y alejarse de la necesidad externa de producir. “Es el disfrute por el disfrute y ese gusto de hacerlo con conciencia”, anota López.
El dormir bien hace parte del buen descanso. Cada persona debe tener claro cuántas horas necesita para sentir un respiro.
Como para muchas personas la música clásica representa un momento de desconexión, para otras lo son las canciones a alto volumen, por eso es importante que identifique qué actividades le generan un buen reposo. El autoconocimiento es vital en este caso.
¿Cuánto tiempo tendrá que estar quieta Madonna, sin hacer nada? Eso lo definirá su médico. Ojalá que a usted no le toque hacer lo mismo por mandato, sino porque sabe que le hará mucho bien a su cuerpo y a su salud mental.