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¿Por qué tanta muerte masiva de animales?

Durante los últimos 70 años, en todo el mundo, se han reportado centenares de casos, en múltiples especies. Una catástrofe silenciosa. Estas, sus implicaciones.

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24 de marzo de 2018
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No son uno ni dos, ni diez. Son decenas de miles de animales. Muertes masivas que se hacen más frecuentes hoy. ¿Por qué?

En 2015, 60 % de la población mundial de antílopes saiga –parientes de las gacelas– , más de 200.000, fueron cayendo en las estepas de Kazajistán en unos pocos días. Este año, una ola de calor mató centenares de murciélagos zorros voladores en Australia, poco frente a los 45.000 que murieron en 2014.

Hace dos semanas, más de 15.000 peces murieron en la ciénaga La Samaria en Puerto Berrío (Antioquia). Un ejemplo más.

No son casos aislados. Un estudio en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) reveló 727 muertes masivas de animales desde 1940 hasta 2015, involucrando 2.407 poblaciones. Aumentan a razón de más de un caso adicional por año, y también cada vez más animales fallecen: peces, aves e invertebrados marinos son los que hoy llevan la peor parte.

En estos tres últimos años, la situación no ha cambiado.

En Colombia son comunes los casos masivos de peces, como los de febrero de 2017 en el río Magdalena, y en febrero de este año en el río Lebrija en Santander se encontraron miles muertos por razones no establecidas todavía.

Para mamíferos estos eventos se han mantenido estables en los últimos años, mientras que disminuyeron los de anfibios y reptiles, que en los 70 tuvieron un alto registro según la investigación encabezada por Samuel B. Fey.

Las muertes masivas se han reportado en los 5 continentes y en todos los tipos de biomas (áreas que comparten clima, flora y fauna).

En un artículo aparecido en Scientific Reports en enero, Joel Berger, de la Universidad del Estado de Colorado, y colegas, recordaron la muerte de decenas de bueyes almizcleros en la costa norte de Bering, en el Ártico debido a enormes mareas.

“Aunque puede que no parezca mucho, un evento de mortalidad masiva más cada año durante 70 años se traduce en un incremento considerable en el número reportado cada año”, explicó Adam Siepielski, ecólogo evolutivo, en ese entonces en la Universidad de California en San Diego.

Los eventos de mortalidad masiva, de acuerdo con Richard A. Kock y colegas, que estudiaron qué sucedió con los antílopes y lo presentaron este año en Science Advances, son catástrofes demográficas que afectan todas las fases de la vida de una población removiendo con rapidez un gran porcentaje de animales en un periodo menor al de recuperación de la especie. Aunque se sabe de casos reportados en 1800, solo desde hace 77 años comenzaron a documentarse más y más, independiente del reporte, por cualquier medio.

Causas

¿Pero por qué se dan estas extinciones que acaban hasta con el 100 % de una población como sucedió con la nacra en el Mediterráneo español? En su análisis Fey y colegas encontraron que 26,3% de las muertes se dieron por enfermedades (44,5 % viral; 18,3 bacterial; 12,2 % hongos).

Las perturbaciones de origen humano fueron la segunda causa, 19,3 %, en particular por contaminación medioambiental (42,5 % de esos casos), el tercer factor fue la biotoxicidad por cianobacterias (organismos unicelulares) y dinoflagelados (microorganismos parte del fitoplancton).

Los procesos relacionados con el clima como el tiempo, el estrés térmico y el estrés por oxígeno así como el hambre, responden por 24,7 % de todos los casos. Son los peces y las aves los que sufren mayor mortalidad masiva por acción directa de las actividades humanas. No se puede hablar de una causa única, son múltiples, desde infecciones hasta temperaturas altas.

Siepielski, ahora en la Universidad de Arkansas, considera que puede haber subregistro de reportes en ocurrencia y magnitud de la mortandad, en particular en ambientes acuáticos donde no siempre se ven los animales muertos.

Se pregunta además de verdad si están ocurriendo más decesos o hay más personas observando esos hechos e informándolos.

Calor

El último caso que ocupó los titulares en el mundo fue el de los murciélagos zorros voladores de Australia.

En enero, la temperatura pasó los 47° Celsius, récord en 80 años en Sidney, y cientos cayeron muertos en Campbelltown, al suroeste de esa ciudad, situación que congregó a decenas de voluntarios tratando de hidratar a los que quedaban, así como a los estresados koalas.

También por un aumento de la temperatura, en este caso del mar, murieron cientos de miles de estrellas de mar en la costa californiana devastados por una enfermedad entre 2013 y 2015.

Consecuencias

Las muertes masivas de animales tienen efectos sobre el medio natural. Pueden alterar la estructura de las cadenas alimenticias, removiendo depredadores o competidores o alterando las redes mutualísticas (de beneficio mutuo). “Estos eventos pueden reconfigurar las trayectorias ecológica y evolutiva de la Tierra”, escribieron Fey y colegas. Afuera de la costa californiana, por ejemplo, los mejillones, que eran alimento de las estrellas de mar, comienzan a dominar.

Y aparte de que pueden llevar a la extinción una especie amenazada con pocas poblaciones (el caso de los antílopes) generan costos económicos grandes al afectarse servicios ecosistémicos –esos beneficios que la naturaleza aporta a la sociedad– como la polinización.

En febrero, las autoridades españolas llamaron a los ciudadanos a cuidar la nacra, un molusco de hasta 120 centímetros, del cual murieron entre 2016 y 2017 hasta el 100 % de sus poblaciones en la costa mediterránea al parecer por un organismo microscópico: protozoario. Fue un evento influenciado por factores ambientales dada la extensión donde ocurrió, según el estudio de Maite Vázquez Luis, del Centro Oceanográfico de Baleares, publicado en Frontiers in Marine Science.

Pese a la importancia de estas muertes masivas como un proceso demográfico, escribieron Fey y colegas, hasta ahora no se habían realizado estudios de los eventos de las últimas décadas que contemplaran los diferentes taxones (grupos de organismos emparentados). Lo que la evolución tarda millones de años, una muerte masiva lo puede borrar en solo un día. Ese es el drama.

700
millones de toneladas de animales muertos se pueden dar en un evento: PNAS
500
ballenas francas quedan tras una muerte masiva reportó Global Change Biology

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