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Tal vez su hijo pase largas horas pegado del celular; seguramente es hábil en configurar el idioma del teléfono, descargar las aplicaciones de moda o tomarse selfies. Sin embargo, quizá como padre no cree que esto sea muy útil para su conocimiento ni para sus empleos futuros.
Es comprensible, pero la pregunta de si sirve para algo está al orden del día. Por un lado, analistas y asesores educativos aseguran que los computadores y su programación harán parte de los trabajos del futuro. De hecho, en el contexto colombiano, de acuerdo con datos del Observatorio TI, Fedesoft y MinTIC, se estima que en 2019 habrá un déficit de 45.000 profesionales en el área de la tecnología.
Por otro, que su hijo tenga habilidades digitales parece no ser suficiente. Una cosa es poder consumir los desarrollos de otros, otra crear los propios y no necesariamente para responder a un futuro laboral prometedor.
En el mundo actual se espera que todos sean fluidos en el procesamiento de textos y las hojas de cálculo. El siguiente paso lógico es poder programar, según dijo John R. Woodward, profesor de ciencias de la computación de la Universidad de Stirling de Escocia en el portal especializado The Conversation.
Por supuesto no todos los que aprenden codificación se convertirán en programadores o tendrán una carrera en tecnología de la información. El arte se enseña en las escuelas sin esperar que los estudiantes se conviertan en artistas.
Para el español Javier Arroyo, creador de la plataforma Smartick, un sistema en línea de enseñanza de lógica matemática destinado a niños de entre 4 y 14 años, “aprender a programar es importante porque estimula la creatividad; el lenguaje de los computadores permite recorrer varios caminos para llegar a una misma solución”.
En 2012 niños de diversas partes del mundo elaboraron y enviaron tarjetas interactivas para el día de la madre a través de la plataforma Scratch, un desarrollo del MIT Media Lab de Estados Unidos creada para que la gente pueda ingeniar fácilmente sus juegos, animaciones e historias interactivas y luego compartirlas con otros.
Mitch Resnick, cocreador de este proyecto, narra la experiencia en una charla Ted: cuenta que mientras los pequeños de 8 años, en promedio, se divertían creando las tarjetas personalizadas para sus mamás, en el MIT podían ver cómo además dominaban las nuevas tecnologías, es decir tenían la capacidad de comenzar a expresarse y expresar sus ideas a través de ellas.
Una de las conclusiones es que programar no es para genios o para una comunidad privada, por ejemplo en Scratch solo se requiere juntar bloques.
Cuando un niño comienza a dominar el lenguaje significa que pueden escribir una carta a un amigo o contar un chiste. Y es algo similar con las nuevas tecnologías, aclara Resnick. “Al escribir, al crear estas tarjetas interactivas, estos niños mostraban que efectivamente dominaban las nuevas tecnologías”. Es la misma analogía que con el idioma, este abre toda clase de posibilidades y se puede usar mientras se aprende a leer.
Cada vez más, la gente está empezando a reconocer la importancia de aprender a codificar. En los últimos años se han ideado cientos de nuevas organizaciones y páginas web que ayudan a los jóvenes a aprender a hacerlo. En línea encuentra lugares como Codecademy o Code monkey y eventos como CoderDojo y sitios como Girls Who Code o Black Girls Code.
No hay duda de que los jóvenes están muy cómodos y familiarizados con la navegación en internet, pero eso no necesariamente los hace dominar la tecnología. Solo que tiene sus ventajas .