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Sin importar tonos, timbres, armonías o contornos musicales, es decir sin importar si es reguetón, vallenato, k-pop, pop en español o música clásica, las ondas sonoras tienen la capacidad de generar una reacción positiva que, canalizada correctamente, ayuda a manejar las emociones, de acuerdo con investigadores de las facultades de Medicina y de Ingeniería de la Universidad Nacional de Colombia, quienes exploran la musicoterapia en rehabilitación neurológica (Ver Antecedentes).
Ferney Beltrán Velandia, estudiante de la maestría en Ingeniería de Sistemas y Computación, y el músico Andrés Felipe Ojeda Sánchez, director y magíster en Musicoterapia, trabajaron juntos en este proyecto, presentado a principios de este mes en el Congreso Internacional de Aplicaciones de la Inteligencia Artificial, con el que quieren captar las emociones de los pacientes en rehabilitación a partir del registro electroencefalográfico.
Con este proyecto, que se viene realizando en las facultades de Medicina y de Ingeniería, la Universidad Nacional de Colombia espera responder a las necesidades de rehabilitación de un creciente número de colombianos, principalmente en adultos mayores que han sufrido accidentes cerebrovasculares o enfermedades neurodegenerativas. Se trata de una idea liderada por los profesores Miguel Ángel Suárez Russi, de la Facultad de Medicina, y Jonatan Gómez, del departamento de Ingeniería de Sistemas e Industrial, en el que ya se realizó un primer registro encefalográfico con sus pacientes, para obtener unos resultados de imagenología sobre lo que sucede cuando se aplican estas terapias y cómo se produce una mayor activación neuronal.
“Esta experiencia permitió tener una primera aproximación de la manera como se podrían abordar los procesos de rehabilitación desde la musicoterapia con un componente de tecnología”, señala Velandia, quien detalla que esto se consiguió con el uso de un dispositivo que sirve para registrar ondas cerebrales.
Los avances
“Escuchamos música con nuestros músculos”, dijo el filósofo alemán Nietzsche alguna vez, según cita el neurólogo y escritor británico Oliver Sacks en su libro Musicofilia (2007). La música es algo con lo que los humanos se involucran de manera integral, como una experiencia de cuerpo completo. Se puede sentir físicamente y también involucrarse emocionalmente. Es audible y permite generar imágenes mentales.
El área es reciente, aunque algunos apelan a referencias antiguas. La musicoterapia neurológica llegó al escenario mundial cuando la congresista estadounidense Gabby Giffords pudo recuperar el lenguaje y reaprender a caminar después de una herida de bala en la cabeza en 2011.
A fines de marzo de 2012 , un pequeño estudio en Annals of the Royal College of Surgeons llegó a los titulares en el Reino Unido por su descubrimiento de que los pacientes que escuchaban música durante una cirugía menor se sentían menos ansiosos que los pacientes operados en silencio. Los hallazgos no sorprendieron a los musicoterapeutas en ese país. Y aunque en general no hay mucho reconocimiento hasta ahora, las cosas empiezan a cambiar.
Un ejemplo
En los Estados Unidos, el papel central desempeñado por la musicoterapia en la notable recuperación de Giffords, quien sufrió graves daños en el hemisferio izquierdo de su cerebro, ayudó a elevar el perfil de la especialidad. Sus lesiones la dejaron incapaz de hablar, pero con la ayuda de su musicoterapeuta pudo cantar lo que al principio eran pequeños fragmentos de canciones, y luego se convirtió en un repertorio. Lentamente, aprendió a cantar frases comunes, que llegaría a articular con el ritmo natural del habla.
Si bien la musicoterapia se ha concebido como una nueva técnica pionera, la disciplina, de hecho, tiene raíces mucho más profundas. “Hay referencias a que la música se usa terapéuticamente desde tiempos bíblicos”, dijo Wendy Magee, del programa de musicoterapia en la Universidad de Temple en Filadelfia, en una editorial de la revista médica The Lancet.
Magee explicó que en los últimos años del siglo XVIII hay personas capaces de cantar cuando no podían hablar, pero en la historia más reciente, la musicoterapia jugó un papel destacado en el tratamiento de los veteranos que regresaron de la Segunda Guerra Mundial con lesiones neurológicas.
Concetta Tomaino, directora ejecutiva y cofundadora de la disciplina moderna de la musicoterapia, dijo en la misma editorial que esta surgió del trabajo en varias áreas: medicina, psiquiatría y educación especial, y dentro de cada una de esas áreas se desarrollaron enfoques específicos para el uso de la música como terapia o educación del Instituto de Música y Función Neurológica en Nueva York.
Con el término aplicado libremente por los medios de comunicación, dice Tomaino, cualquier persona que toque música en un entorno terapéutico se considera un terapeuta musical, “por lo que se puede ver por qué es tan difícil educar al público y a las agencias gubernamentales sobre el campo”, agrega.
Aún hay escépticos, los expertos dicen que se debe a que el término es tan incomprendido y, a menudo, generalizado a algo superficial como sentirse mejor después de escuchar su canción favorita.