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En estos lugares de la ciudad creen que la cocina no es únicamente para sus chefs, que en ella también pueden estar sus visitantes, por eso las abrieron para ellos.
Buscan que el conocimiento gastronómico se difunda en la ciudad y que esos que no están interesados en profesionalizarse, pero sí en aprender sobre técnicas, preparaciones y sabores, puedan hacerlo.
Cocina peruana, postres, carnes y deliciosos platos de la gastronomía europea están entre las opciones.
PARRILLA SIBARITA PARA APRENDER DE CORTES
La Parrilla Sibarita es el espacio de formación que surgió en San Carbón desde hace cuatro años. Según Federico Miranda, gerente general del restaurante, en ese momento se trazaron el objetivo de ser un referente en la ciudad de espacios para ir a probar preparaciones hechas para el disfrute de los comensales y, además, querían que los reconocieran como un lugar en el que se genera una cultura del maridaje y de la buena gastronomía.
De ese modo, además de ser un restaurante bar, son un espacio de formación. La parrilla sibarita es un curso de parrilla con maridaje para que los asistentes exploren los diferentes cortes conocidos de la carne y también los no convencionales. Asimismo proponen, además de la tradicional carne de res y de cerdo, pescados y pollos, y el uso de frutas y verduras. “En general, ser creativos al realizar una parrilla, que nos podamos salir de los esquemas habituales”, comenta Federico Miranda.
DULCE Y SALADO DESDE EUROPA A MEDELLÍN
En Sucréz Saléz tanto el salón de té como el taller abrieron al mismo tiempo, hace dos años, en 2015. Se llama así porque su dueña, Catherine Pinot, es de Bélgica, pero habla francés, y sucréz saléz significa algo así como dulce y salado en ese idioma.
Y así es la carta, dulce y salada, aunque Catherine cuenta que al comienzo era más dulce, por ejemplo con los tradicionales wafles belgas y la crème brûlée, pero en Medellín la gente también es salada, y decidió incluir los sandwiches focaccia, las costillas en salsa de cerveza y los famosas quiche.
Todo eso, además de que está disponible en el salón de té, se puede aprender a preparar. Las clases de Sucréz Saléz, según cuenta Catherine, son en general sobre la gastronomía europea –italiana, belga, francesa, griega–, “El interés de la gente es súper grande, les gusta vivir esas experiencias en la cocina y compartir”, dice Catherine, que además de ser la dueña, es cocinera y docente, y llegó a Medellín enamorada de un paisa, con el que venía cada tres o cuatro años, hasta que decidió quedarse porque cada vez veía la ciudad más linda.
AMOR A LA REPOSTERÍA ARTESANAL
La historia de Como Pez en el Agua inició hace 12 años. Comenzó como una iniciativa personal de la chef pastelera Paulina Naranjo, una apasionada de la cocina y especialmente de la repostería. Fue ella quien decidió hacer los talleres cuando abrió la tienda de Provenza.
Para ella, más que una clase para aprender a hacer algo, empezó como espacio para crear, “como ponerse a hacer artesanías, pero sobre el tema pastelero”.
Pero Como Pez en el Agua se creció y tuvieron que empezar a buscar otros espacios de la ciudad para seguir dando las clases, la cocina ya no daba, por eso ahora es itinerante.
El aprendizaje se enfoca en temas de decoración, y también enseñan sobre postres en copa, tortas para bodas, o cómo hacer figuras en pastillaje. “Todo esto empezó como una pasión, no como una idea de enriquecernos, por eso creemos que lo importante es compartir la alegría y la felicidad alrededor de la cocina, y hacer crecer esta cultura gastronómica”, asegura Paulina.
HASTA UNA BIBLIOTECA LE PRESTAN EN ESTE LUGAR
Un encuentro de pasteleros y reposteros permitió que cuatro personas se reunieran para pensar en la creación de Quiai.
El lugar surgió como un espacio para dar cursos gastronómicos y como café bistró con una oferta abierta a los invitados a los talleres, con un menú variado que ellos llaman “gourmet light”. Adicionalmente hay tortas, postres, cervezas y tragos. Jorge Giraldo, chef estratégico, dice que Quiai es un espacio polivalente, es decir, que tiene varias funciones y en todas ellas la cocina es el tema central. “Aprender es una de las misiones del taller pero buscamos que la gente explore para que desarrollen sus habilidades en la cocina”, cuenta.
En Quiai tienen una biblioteca con cerca de 80 libros, uno de ellos, según Jorge, del año 1800, con recetas que han perdurado hasta ahora.
COCINA PERUANA SIN SECRETOS PARA LOS COMENSALES
André Camacho Vildoso, chef de este restaurante peruano, dice que no guarda recetas secretas. Por eso no tiene reparo en enseñarles cómo se hacen las salsas que usa en su cocina, o a preparar el conocido lomo saltado. La idea surgió desde la creación del restaurante. André y sus socios querían que La Pitri Mitri fuera un lugar para aprender y un mercado en el que se ofrecieran los productos típicos de la gastronomía peruana. Los talleres comenzaron a hacerse en una de sus cocinas. El comensal puede escoger un plato de la carta y aprender de dos maneras: viendo al chef cocinar, o preparándolo el mismo. “A la gente le ha gustado mucho, los talleres son demostrativos y personalizados porque buscamos que la persona aprenda sobre los cortes, los sabores, la historia del plato y el porqué en Perú se hace de esa forma”, comenta el chef. www.facebook.com/restaurantedelapitrimitri/