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En la costera localidad de Necoclí, al norte de Urabá, acaba de ser avistada e incluso salvada de morir una tortuga de la especie Lepidochelys Kempii, más conocida como Golfina, lo que constituye todo un suceso para la región ya que es la primera vez que en Colombia se reporta un hallazgo de este animal, que por demás está amenazado de extinguirse.
Para la corporación ambiental Corpourabá, que fue la entidad que la halló, el acontecimiento tiene relevancia nacional y mundial, pues la Golfina es una de las ocho especies de tortuga amenazadas en el mundo, pero además eleva el grupo de especies que llega a las playas de Necoclí a cinco, lo que constituye todo un privilegio.
Así lo asegura Jairo Guillermo Vásquez Arango, biólogo de la corporación, quien explica que aunque solo se capturó este ejemplar, su mera presencia indica que un grupo grande está llegando a la zona.
“Urabá, y concretamente Necoclí, queda así con la única playa en el mundo donde se identifica la presencia de cinco especies de tortugas marinas de ocho especies que hay en estado crítico de conservación”, afirma el profesional.
De las ocho, al golfo de Urabá y el mar Caribe antioqueño llegan las especies la Chelonia Midas (tortuga Verde), la Eretmochelys Imbricata (tortuga Carey), la Caretta Caretta (tortuga Cabezona) y la Dermochelys Coriácea (tortuga Caná).
“Tenemos el privilegio de que la Caná, que es la más grande del mundo, puede medir hasta 2,10 metros de largo y pesar 800 kilos (casi el peso de un novillo), lo que convierte nuestra la playa en la única en el mundo visitada por cinco especies de tortugas marinas”, sostiene Jairo Guillermo.
La Golfina (llamada así por su presencia masiva en el Golfo de México) fue capturada en las playas de la vereda Lechugal, en el área protegida del Distrito Regional de Manejo Integrado (Drmi), en el mes de mayo.
El animal estaba enfermo, pero fue recuperado por la corporación y posteriormente devuelto a las aguas. Lechugal está en la ensenada de Rionegro, una zona protegida en la cual la comunidad es la que ejerce el control y el cuidado de las especies de flora y fauna, algo que se logró tras un largo proceso de concientización con la comunidad.
Las tortugas no habitan la zona, sino que llegan cada año a desovar. La Golfina había sido reportada, pero nunca se había podido fotografiar y menos tener un ejemplar en las manos.
“Antes, la gente las capturaba para comercio ilegal, ahora Corpourabá les paga por el cuidado y son un grupo de diez personas que conformaron una asociación que está a su cuidado, no solo de la Golfina sino de todas las especies”, precisó Jairo Guillermo.
Las diferentes especies de tortugas llegan cada año, entre mayo y octubre, a depositar sus huevos, que también eran capturados por pescadores antes del proceso de concientización y de la declaratoria de zona protegida.
Ahora, con la Golfina, hay otra razón para que más gente llegue a esta zona de Urabá a disfrutar de las aguas de Necoclí. La vereda Lechugal esta a unos veinte kilómetros de la zona urbana y es otro paraíso de fauna y flora de los muchos que tiene la región urabaense.